Por Laura Armas Montesdeoca (Agaete)
Mi nombre es Laura, tengo 31 años y soy natural del municipio de Agaete.
Para empezar a hablar de mi trabajo, me gustaría utilizar una bonita frase que dice: “Me prometí cambiar vidas y tengo una de las mejores profesiones para hacerlo”. Y es que, me encanta decir a boca llena que soy maestra, y en especial, maestra de educación infantil.
En mi niñez descubrí esta profesión de la mano de mi padre, Tomás Armas, quien me llevaba muchas veces consigo a sus colegios y en los que veía como los niños y niñas le observaban con ojos brillantes de admiración. Yo sentía esa misma sensación al mirarle, pero evidentemente, porque era mi padre. Una vez fui creciendo, me di cuenta de la importancia de esta, nuestra vocación, y de cómo para nuestro alumnado somos casi un ser especial.
Al terminar la época de instituto, decidí realizar el ciclo de Técnico Superior en Educación Infantil allá por el año 2008, el cual me ayudó a trabajar en distintas guarderías antes de empezar como maestra. Cursé después la carrera de magisterio, también por infantil, y al finalizarla, decidí irme a vivir durante meses a Inglaterra para perfeccionar el inglés.
Allí tuve la oportunidad de hacer un voluntariado en una escuela Montessori, de la que salí tremendamente sorprendida al comprobar cómo niños y niñas de tan solo dos años contaban con una autonomía completa, dotándoles con este método de la gran oportunidad de ser independientes desde tan pequeños. Hasta ahora me sabía la teoría, pero no la había llevado a la práctica.
Fue en ese entonces cuando también comencé el que hoy en día es mi hobby favorito: viajar. Me encanta descubrir nuevos lugares, personas, culturas y costumbres. Pienso que conocer mundo nos nutre mentalmente, nos hace más empáticos y solidarios, y es por eso que no entiendo de fronteras ni personas ilegales en ningún rincón de nuestro planeta.
Desde hace tres años, trabajo en colegios públicos de la Consejería de Educación entre Gran Canaria y Fuerteventura. Actualmente, soy la tutora de un grupo de 14 angelitos de 5 años en el CEIP Juan Arencibia Sosa, de La Atalaya de Santa María de Guía.
Nosotros, los docentes, tenemos la enorme responsabilidad de tocar cada una de las mentes y corazones de cientos de niños y niñas que pasan por nuestras manos, ya que, como bien decía la educadora, científica, médica y precursora del método nombrado anteriormente, María Montessori: “Esta es nuestra obligación hacia el niño y la niña, darle un rayo de luz y seguir nuestro camino”.
En mi caso, me dedico a guiar a alumnado de la etapa de entre tres y cinco años, y aunque también he dado clases de inglés en primaria hasta los doce años, son experiencias totalmente opuestas.
El periodo de educación infantil cuenta con que los niños y niñas acaban de llegar de sus casas y se están socializando y empezando a formar su personalidad para convertirse en los sujetos que serán en el futuro, de la mano de sus tutores e iguales. Es una edad preciosa, en la que la inocencia, la imaginación, la creatividad y la bondad la llevan por bandera.
Aprovecho pues, para inculcarles todo lo que hace nutrir a un ser humano y no me refiero solo a conocimientos, objetivos, contenidos y criterios. Me parece de suma importancia empezar también desde ya, a proporcionarles recursos para saber gestionar sus emociones, respetar la diversidad o romper con cánones que nos han inculcado desde hace décadas y que ya no nos sirven.
En definitiva, saber solucionar un conflicto tanto externo como interno, porque al fin y al cabo, no va a ser más feliz quien mejores notas obtenga, sino quien cuente con las herramientas emocionales adecuadas para saber vivir y convivir consigo mismo y con los demás.
Si te interesa recopilar recursos educativos de infantil y primaria, no dudes en seguirme en mi cuenta de instagram: @laclasedelauri.
