La violencia obstétrica, otro tipo de violencia hacia las mujeres.

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Por Sheila

La violencia obstétrica se define como abusos o maltratos que pueden sufrir las mujeres durante el embarazo, parto y posparto. Como en otras formas de maltrato, muchas veces lo primero que nos viene a la cabeza es el maltrato físico, conclusión errónea que nos puede hacer pensar que la violencia obstétrica es cosa del pasado y que hoy en día está erradicada y superada y nada más lejos de la realidad. La V.O. es tan amplia y sutil que si vemos datos de la OMS, se estima que entre el 25 y el 50% de las mujeres que dan a luz en los hospitales ha sufrido algún tipo de violencia. Porcentaje alarmante.

Desde no dar consentimiento informado, hasta intervenciones innecesarias o menospreciar los sentimientos, emociones o deseos de las mujeres. Tan sútil a veces y tan presente. Mi nombre es Sheila y tuve el privilegio de participar en este proyecto hace ya varios años. Soy matrona, pero con un sentimiento de la profesión cada vez más amplio. Popularmente relegadas a la asistencia al parto, concepto que cada vez siento más obtuso en mi forma de sentirme en la profesión. Las matronas estamos por y para las mujeres, devolviéndonos la autoridad sobre nuestros cuerpos y nuestros procesos, devolviéndonos lo que es nuestro. Y siento que desde ese lugar tenemos mucho que aportar en cuanto a la prevención de la VO. Actualmente desarrollo mi parte profesional en el Hospital Materno Infantil y a la vez voy dándole cada vez más espacio a mi proyecto personal.

Paso consulta en el Centro Médico KOA e imparto cursos relacionados con la mujer y con la maternidad, con la intención de que las mujeres nos empoderemos y recuperemos nuestra confianza y poder sobre nuestros cuerpos. Venimos de muchas décadas donde la medicalización del embarazo y parto ha provocado que en nuestro inconsciente colectivo se instaure un miedo y una inseguridad que nos hace llegar al parto relegando nuestro poder y capacidad al sistema médico, pensando que cuanta más asistencia profesional y cuanta más intervención, más seguro es el proceso. Y a veces sí, pero en la mayoría de los casos no. Nuestro cuerpo y biología actúa a la perfección en un porcentaje muy elevado. Y desde ese lugar de empoderamiento y de hacernos dueñas de nuestro cuerpo, podemos ser capaces de detectar, poner límites y denunciar cualquier tipo de trato que no sintamos respetuoso hacia nosotras o nuestros bebés.

Me gustaría dejar muy claro que la responsabilidad de la violencia obstétrica recae sobre el personal que la ejerce, nunca sobre la mujer. Las matronas, médicos o cualquier personal de la salud tenemos el deber de proporcionar una atención respetuosa y digna que haga que la mujer se sienta escuchada, informada y apoyada en su proceso. Confío en que juntas podemos seguir dando pasos para que cada mujer reciba la atención que se merece y que al recordar su embarazo y parto sienta que fue tratada con respeto, cariño y empatía.

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