Por Itahisa Ramírez Cabrera
Ser maestra y directora del CEIP Saucillo, una pequeña escuela rural de las medianías del municipio de Gáldar, al norte de Gran Canaria, ha sido y está siendo una experiencia profundamente enriquecedora, tanto a nivel profesional como personal. El CEIP Saucillo forma parte del Colectivo de Escuelas Rurales (CER) de Gáldar – Guía – Agaete, y ha sido mi primer destino como funcionaria de carrera, un inicio lleno de ilusión y retos, donde cada paso ha sido una oportunidad para crecer y fortalecerme. Lo más especial es que este destino fue elegido por mí, y tuve la gran suerte de que me tocara justo en el lugar que deseaba.
Cada día, al abrir las puertas de nuestro colegio, no solo recibo a un grupo reducido de estudiantes, sino a una familia donde cada sonrisa, cada logro y cada desafío se vive de forma cercana y compartida. En cada mirada curiosa, en cada pregunta inesperada, descubro el verdadero significado de educar: acompañar, guiar y soñar junto a ellos.
Dirigir una escuela ha sido un reto para mí, un desafío lleno de aprendizajes, ya que es un camino nuevo que he comenzado a recorrer con ilusión, responsabilidad y el compromiso que todo esto conlleva. A pesar de las incertidumbres iniciales, este viaje me ha regalado sorpresas maravillosas: la complicidad de las familias, la entrega del equipo docente y, sobre todo, la autenticidad y el cariño de mi alumnado. Cada día trae consigo una lección inesperada, recordándome que liderar también significa aprender continuamente.
Para mí, trabajar en una escuela rural significa mucho más que impartir clases; implica tejer lazos sólidos con el entorno, con las familias y con la comunidad. Aquí, en el CEIP Saucillo, cada niño y niña tiene un nombre, una voz y una historia que merece ser escuchada. La atención individualizada y personalizada no es una estrategia pedagógica más, es nuestro pilar fundamental. Adaptamos el proceso de enseñanza-aprendizaje a las necesidades y talentos de cada alumno y alumna, haciendo que cada avance, por pequeño que parezca, sea celebrado con entusiasmo. Esta cercanía nos permite fomentar la creatividad, la empatía y el sentido de pertenencia, valores esenciales que trascienden las paredes del aula y se expanden a cada rincón de nuestro pueblo.
Como mujer, liderar un centro educativo en el ámbito rural es todo un honor, pero también supone un acto de compromiso y responsabilidad. Romper estereotipos y demostrar que la dirección escolar es un espacio donde la sensibilidad, la firmeza y la innovación pueden coexistir ha sido parte de mi recorrido. La dirección no es solo administrar, es inspirar. Implica tomar decisiones con el corazón y con la mente, resolver conflictos con empatía y determinación, y, sobre todo, motivar a mi equipo educativo y a las familias para que juntos y juntas construyamos una escuela viva, inclusiva y dinámica. Porque una escuela rural no es un lugar aislado, es un faro de oportunidades, un motor de cambio para la comunidad que la rodea.

Uno de los aspectos más hermosos de esta labor es ver cómo el colegio se convierte en un punto de encuentro para la comunidad. Las puertas del CEIP Saucillo están siempre abiertas, no solo para el alumnado, sino para las madres, los padres y todos aquellos que desean formar parte de este proyecto común. Programas como ‘Poleo Radio’, nuestros espacios creativos y el aula multisensorial —que será inaugurada próximamente— reflejan nuestra apuesta por un aprendizaje activo y significativo. Además, la reciente creación de una zona de juegos con piscina de bolas nos recuerda que la educación también es alegría, sorpresa y descubrimiento.
Ser maestra y directora en el CEIP Saucillo es, en definitiva, un viaje apasionante. Es ver cómo el conocimiento florece en cada pequeño gesto, cómo las niñas y los niños crecen sabiendo que su escuela es un lugar seguro y lleno de posibilidades. Es escuchar sus risas mientras exploran el mundo, es secar alguna lágrima y convertirla en una lección de vida, es sembrar confianza en ellos para que nunca dejen de creer en sus sueños.
Porque “educar en y con el corazón” de un pueblo no es solo enseñar contenidos, es sembrar raíces y sueños. Es construir un puente entre el presente y el futuro, sabiendo que cada palabra, cada abrazo y cada enseñanza dejará una huella imborrable.
Con cariño y compromiso,
Itahisa-directora del CEIP Saucillo