Carmen Gloria Rodríguez: “La pandemia nos ha demostrado que no dependemos tanto del turismo, porque la sociedad grancanaria sigue disfrutando de la Cueva Pintada”

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Desempeña, desde 2014, el cargo de directora-conservadora del Museo y Parque Arqueológico Cueva Pintada, aunque el inicio de su relación con este espacio galdense, que es parada obligatoria en el Norte, data del año 89, cuando desarrollaba su tesis doctoral. 

En la actualidad, diseña -junto a su equipo- el plan de actuación para los próximos cinco años, al tiempo que le pide a 2021, coincidiendo con el XV aniversario, seguir posicionándose fuera del archipiélago y continuar trabajando la acogida a diferentes públicos, con especial énfasis a las familias.  

Carmen Gloria, háblanos de tu relación con la Cueva Pintada antes de dirigir este apasionante proyecto…

A pesar de ser de Gran Canaria, no tuve relación con Gáldar, y más concretamente con este espacio, hasta que emprendí mi doctorado. En el año 87, conocí a Jorge Onrubia, que era el codirector de las excavaciones junto a Celso Martín de Guzmán, y les pregunté si podía trabajar, específicamente aquí, en lo que era mi tesis. Entonces, vine por primera vez en el año 89 para desarrollar todo un sistema de muestreo para buscar microrrestos con los que llevar a cabo el estudio de la pesca para mi tesis doctoral. 

Una tesis doctoral en la que, por cierto, obtuviste premio extraordinario.

Sí, y también coincidió con la convocatoria del premio Viera y Clavijo, que también lo presenté y me lo dieron; ver publicado tu trabajo, además de la dotación económica, siempre es importante. Y lo cierto es que el trabajo no aportaba tanta novedad ni hipótesis sugerentes sobre lo que era la pesca, pero fue la primera vez que, en Canarias, de forma sistemática, se estudiaban este tipo de restos y, además, se pudo hacer un listado de composición íctica sobre qué especies se capturaban en estas islas y, como decía mi director de tesis francés, siempre estará ahí como el primer trabajo que se hizo, y es cierto, porque fue un gran esfuerzo. 

¿Qué importancia le das a ese bagaje previo a la hora de comandar este proyecto?

Es muy buena pregunta, porque a veces parece que el desarrollo en la tesis doctoral no tiene mucho que ver a la hora de la gestión, pero considero que el trabajo de acometer una tesis doctoral con un tema tan novedoso supone un esfuerzo grande de disciplina, de adentrarse en bibliografía, de no tener miedo a enfrentarte a temas que son absolutamente nuevos, porque yo me tuve que preparar una colección de referencia, de esqueletos actuales y, sobre todo, esa reflexión que exige plantear un tema, cómo articularlo, una temporalización, una planificación para alcanzar un objetivo y eso siempre queda ahí. Y aunque mi tesis ya ha cumplido las bodas de plata, ahí sigue ese esfuerzo, porque fueron unos años muy importantes en la formación de una persona. No obstante, me dio la oportunidad de trabajar en Francia, de tener relaciones y contactos desde un punto de vista internacional, por la asistencia a congresos, contar con un auténtico maestro de la vieja escuela y, sobre todo, algo que para mí me ha venido añadido y ha sido fundamental a la larga, que ha sido hablar otro idioma, como es el francés, que me permitió poder trabajar en Marruecos y moverme por ciertas partes del mundo defendiéndome en dicha lengua. 

¿Qué líneas se trabajan aquí?

Fundamentalmente, tres: la investigación sobre la historia de este espacio arqueológico, a partir de los restos arqueológicos y otras fuentes como las documentales, contemporáneas a la conquista. Por otro lado, la conservación del espacio, no solo de la Cueva, que es lo más llamativo y donde se hace un esfuerzo enorme, sino también las casas, los objetos que se recuperan, ya sean cerámicas, metales, monedas, es decir, que esa parte de conservación también es muy importante. Y luego la otra sería la difusión, que es la tercera pata, porque de nada serviría conservar e investigar, si a la vez no llegas a la sociedad y a los muchos tipos de públicos que hay. 

En relación a esto último, tú has defendido la importancia de la transferencia del conocimiento científico, llegando a afirmar que “no sirve avanzar en la investigación más puntera si no somos capaces de que esos resultados lleguen de forma clara a la sociedad”

Sí, no hay nada más gratificante, en mi opinión, que el hecho de transmitir. A veces no se trata de trasmitir conocimientos muy complejos, que son más técnicos, sino la alegría por descubrir en un taller de arqueología una pieza, por ejemplo. El hecho del descubrimiento, de la investigación, de compartir un rato en familia y disfrutar de un espacio patrimonial como este y ver cómo las personas que participan salen con otra mirada y agradecidas del esfuerzo que se hace es enorme. 

Y la investigación exige paciencia y la sociedad respuestas inmediatas… 

Efectivamente. Es cierto que el conocimiento científico avanza a un ritmo que requiere muchísima paciencia, muchísima reflexión y, en cambio, la sociedad demanda respuestas inmediatas. Y uno de esos temas eternos como es el de los orígenes, yo siempre digo que no hay misterio, que vienen del norte de África, en una fecha relativamente cercana y sabemos que son grupos bereberes… Y muchos más detalles no me preocupan especialmente, porque tengo aquí un poblado que nos está pidiendo que lo interpretemos, que son 800 años de ocupación. ¡Queda tanto todavía por saber!

¿Qué aspectos se le escapan a la arqueología?

Todo eso que ahora le damos tanta importancia como es el patrimonio inmaterial. Un museo de arqueología tiene sentido porque tenemos unas colecciones que lo que hacen es custodiar una materialidad que resiste el paso del tiempo. Nos podrán contar de qué están hechos, de qué materiales, las materias primas, cómo eran las formas de construir, pero toda esa parte inmaterial, como eran los sentimientos, las creencias, los miedos, las canciones, las músicas del pasado… se nos escapa y podemos tener alguna información para la etapa final gracias a esas crónicas de conquista que relatan algunas costumbres, miedos, como a la noche y a las tibicenas, o que tenían a ese dios único al que llamaban Acorán o cómo se llamaban, que gracias a que están también en esos relatos, porque si no se nos escaparían completamente. 

Por otro lado, uno de tus objetivos como directora era posicionar este museo fuera del archipiélago…

Sí, era un desafío. Es importante dar a conocer el trabajo científico y de difusión que se lleva a cabo en las islas y que no tiene nada que envidiar a otros lugares. Hay que dar a conocer esta realidad y por eso, cada vez que hay una invitación fuera, allí vamos. El empeño, en el décimo aniversario, que surgió un poco por azar de mover las colecciones y lograr que por primera vez saliera una muestra muy representativa. A veces había salido una pieza aislada, pero salió una muestra representativa al Museo de Altamira y que también vinieran piezas del paleolítico a Canarias, que nunca habían venido. Y que podamos hablarnos de tú a tú con centros que son referentes en el panorama internacional, es una tarea que hay que imponerse y que cada vez es más fácil gracias al mundo digital. 

Este museo se ha esmerado en llegar a todos los públicos, especialmente al infantil… 

Sí, nos queda el desafío de esos menores- adolescentes, pero todo llegará. Aunque sea un tópico, el entusiasmo desde la infancia y la necesidad de educar en valores, que al fin y al cabo el respeto por el patrimonio, por la memoria y por la entidad, es un valor como otro cualquiera, que se debe ir trabajando desde la infancia. Y la infancia lleva a la familia, que es un núcleo muy importante y, por supuesto, por cualquier grupo en el que haya adultos y menores. Y la verdad que es muy importante para nosotros ese disfrute de las familias y de los pequeños y pequeñas. Por eso, es verdad que mimamos mucho cuando vienen por un programa de vacaciones o con el centro educativo, desde el principio eso es algo que se tuvo muy claro, dividir los grupos y contar con dos personas atendiéndolas, porque así hay una atención de calidad. 

Para ello, has apoyado que otras disciplinas profesionales estén presentes, como la educación social, integración social, animación sociocultural… 

Sí, los museos son universos en los que caben muchísimos perfiles. Y yo repito constantemente que nadie consiguió una investigación arqueológica sin rodearse de todo tipo de especialistas; son estudios tan punteros, que necesitan de un enorme grupo de especialistas que ayuden a interpretarlo. Yo defiendo que los grupos de infantil y primaria, los atienden personas que tienen un perfil de magisterio y de pedagogía, así como los perfiles para atender al público turista tiene que ser de personas que hablen idiomas, que hayan estado fuera. Luego, un museo inclusivo necesita personas de educación social, que vengan del mundo de la integración. Ahora tenemos a grupos que están trabajando también en las bases de datos y ya no solo tenemos a personas que han hecho Historia, sino también Geografía, porque todo lo que es la planimetría, las bases de datos especiales, los geógrafos y geógrafas lo controlan de maravilla. Luego es verdad que sería imposible avanzar si no tuviéramos el servicio jurídico – administrativo, que permite jurídicamente amarrar contratos, convenios, relaciones con otras instituciones, todas las personas que se dedican a la restauración… Y luego concebir este espacio para fomentar la creación, para que, desde otros ámbitos, se apropien del espacio y hagan su lectura. 

Otra de las líneas que se ha explotado es la de los eventos nocturnos… 

Sí, empezamos con visitas nocturnas desde 2012, pero siempre han sido más tímidas, digamos que tenemos, desde el mes de octubre hasta mayo, dos convocatorias mensuales. Después de la pandemia hay reducción de aforo y en vez de atender a unas 70 personas en cada convocatoria solo atendemos a 45, con 3 pases de 15 personas. Y cada actividad que sacamos y que abrimos el plazo el lunes a las 9:00, a los 20 minutos está todo agotado. Y también es difícil gestionar a veces la decepción de personas que estando atentas no consiguen plaza. Y es verdad que no para ese teléfono. Por eso intentamos que cada fin de semana haya algo, en un formato u otro, porque se llenan y las personas tienen ganas de hacer este tipo de actividades donde se sienten seguras, porque somos muy estrictos con todos los temas vinculados con la visita segura, y tenemos que estar ahí. Somos profesionales que trabajamos en un equipamiento público y somos afortunados, y si hay un momento en el que se necesita, hay que estar. 

La pandemia ha supuesto un punto de inflexión en todos los servicios con atención al público… ¿Cómo se está sobrellevando aquí?

Abrimos el 23 de junio y, al principio, había un respeto y una emoción por volver a partes iguales; vinimos con muchísimas ganas. También es verdad que esa sensación de extrañeza de esa situación desconcertante, de menos público, de que no vengan muchos colegios… es verdad que va dejando un poco de tristeza y lo compensamos con esas actividades que intentan dar energía y, luego, nos vamos acostumbrando a los protocolos. Esto al final se convierte en anecdótico. Y, por supuesto, también echamos mucho de menos al público infantil a diario, pero estamos muy contentos con la relación de la sociedad local, porque ha seguido viniendo. Ya vamos más de 10.000 visitantes que, para los meses de junio, julio y agosto, y teniendo en cuenta que el aforo está al 50% y que no hay centros docentes, es una cifra muy respetable y que nos vincula de forma muy fuerte a la sociedad, es decir, que no dependemos tanto del turismo, que la sociedad grancanaria sigue disfrutando de este espacio. 

¿Qué le pide la directora de este museo a 2021?

Le pido mucho a 2021, en el que además cumplimos 15 años, porque es necesario renovar el convenio que tenemos de gestión entre el Gobierno de Canarias, que es el titular de este espacio, y el Cabildo de Gran Canaria. Estamos trabajando en lo que puede ser una planificación, un plan de actuación de Cueva Pintada, para los próximos cinco años. Y yo confío que ahí el Gobierno de Canarias se implique un poco más, porque este equipamiento lo merece. Ya estamos pensando en la remodelación y espero que sepamos transmitirlo para que se sumen y dejar así un nuevo museo, con nuevos contenidos y muy vivo para un futuro. 

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