Por Guacimara Martín Ojeda (La Aldea)
Hija de Vicente y Juanita la de “El Hoyo”. He sido educada en el seno de una familia humilde y muy trabajadora, por lo que el sentido de la responsabilidad y el esfuerzo de superación han marcado mi personalidad desde muy niña. En casa, la economía familiar la sostenía mi madre; casi podría decir que, los roles habituales de padre y madre de aquella época, en mi caso los tenían intercambiados, por lo que siempre vi con normalidad que las mujeres pudieran realizar cualquier tipo de trabajo. Todo ello influyó en que, desde niña, tuviera claro que estudiaría una carrera universitaria, más aún cuando mis padres tenían un lema que repetían constantemente: “La mejor herencia que les dejaremos serán sus estudios”.
No fue hasta 3º BUP que no tuve claro que quería estudiar Ingeniería de Obras Públicas. Por lo que me comentaban amigos de mi hermana, era una carrera mayoritariamente de hombres y que no era fácil, pero era lo que me gustaba. Aún recuerdo, al final del primer curso, que le dije a mi padre que dejaba la carrera, que era muy difícil… Su respuesta: “Si no es esa carrera será otra; elige, porque vas a estudiar”. Sin lugar a dudas ÉL, MI PADRE, tenía claro que lograría todo lo que me propusiera. En ese preciso instante lo tuve claro, quería ser ingeniera, quería hacer carreteras…
Antes de terminar la carrera empecé a hacer prácticas en constructoras locales. Una vez terminada la carrera, entré como becaria en un estudio de Proyectos de Ingeniería. Sin saberlo, este trabajo se convertiría en el trampolín de crecimiento a nivel profesional y personal. Fue aquí donde conocí a mi compañero en el viaje de la vida, mi pareja y padre de mi hijo.
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Estando en el lugar adecuado, en el momento justo y con mucho esfuerzo, llegó la oportunidad de formar parte del equipo técnico de la construcción de la GC-2, en el tramo Guía-Pagador, lo que todos conocemos como la duplicación del Puente de Silva. Esta era mi primera gran obra, un aprendizaje a marcha forzadas y amistades que perduran con el paso de los años. Era una época en la que mi padre, en sus traslados al hospital, solo se incorporaba del asiento a la altura del Puente de Silva para ver si podía verme. No puedo dejar de emocionarme al recordarlo, porque sin verbalizarlo, me hacía feliz sentir lo orgulloso que estaba de mí.
Al mismo tiempo que trabajamos, completo la formación con un máster en Prevención de Riesgos Laborales y, tras 3 años como técnico responsable de un laboratorio de construcción, me proponen ser la Técnico de Prevención de Riesgos Laborales de la Carretera Agaete – La Aldea, en el tramo El Risco – La Aldea. No podía creérmelo, llevaba 10 días al paro y, de repente, la oportunidad de mi vida, que contaran conmigo para esa OBRA, con todo lo que ello significaba para mí: una aldeana era parte del equipo técnico que ejecutaba el primer tramo de la carretera. No puedo decir que fácil, pero sí muy gratificante a nivel profesional, quiso el destino que fuera una aldeana quién encabezara la caravana de apertura del primer tramo de la carretera Agaete – La Aldea.
Al finalizar esta obra, mi jefa inmediata me propone para ocupar su puesto como responsable de la provincia de Las Palmas del Servicio de Prevención de OHL. Comenzaba una nueva etapa, viajando entre las islas de la provincia de Las Palmas y visitando todas las obras de la empresa.
Actualmente, trabajo como Técnico de Prevención de Riesgos Laborales en la obra de Ampliación del Dique Reina Sofía, en el Puerto de Las Palmas. He de mencionar que, en esta obra, el equipo técnico está mayoritariamente formado por mujeres.
Siempre he formado parte de equipos que estaban compuestos por hombres y mujeres, pero me reafirmo en que prefiero decir formado por personas, porque siempre me he sentido respetada y no he tenido un trato distinto por ser mujer. No obstante, debo reconocer que la proporción de hombres en esta profesión es mayor que la de la mujer. Aun así, me alegra constatar en obra que cada vez son más las mujeres que se dedican a esto.
Si tuviera que volver a elegir a qué dedicarme, elegiría ser Ingeniera de Obras Públicas, aunque ahora que soy madre, reconozco que la conciliación familiar no siempre es fácil. Le pido al futuro poder seguir creciendo profesionalmente sin que ello menoscabe mi vida familiar.
Como conclusión solo puedo decir que no dejaré de soñar, porque todo aquello que se piensa, se crea. Yo una vez soñé que sería Ingeniera de Obras Públicas y trabajaría en las obras más importantes de la isla.