“Tomé conciencia de que no gobernaba mi vida, que vivía mi vida a través de la vida de los demás”

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Por Carmen Reyes Cardona

De primero dar las gracias a la revista por darme la oportunidad de compartir parte de una dilatada vida al servicio de los demás. Sin duda, un gran aprendizaje de vida que empezó hacia mí misma.

Comenzaré en el pasado más reciente: el 31 de diciembre tuvo lugar la disolución de la ONG ADA, Asociación para el desarrollo y autodescubrimiento del ser humano. Antes, Asociación de Autoayuda, nombre que se quedaba corto para todo lo que necesitamos las personas. Ahora, como dice mi hijo Andrés, está disuelta en la luz.

Es fácil tomar una decisión cuando las cosas no van lo bien que quisiéramos y no cuando está en su mejor momento, tanto de asistencias, económicamente y de reconocimientos a la labor. Tuve la certeza de que se cumplía su ciclo. Había plantado las semillas para un futuro. Estas están germinando y germinarán en todas las personas que han decidido hacerse responsables de su propia vida, tarea nada fácil, porque lo fácil es mirar para otro lado, negarse a sí misma/o, mirar fuera y no mirar hacia sí misma. Que es lo que decidí hace 33 años, entre los cuales pasé 8 en Al-Anon, que existe para los familiares de alcohólicos/as. Allí tomé conciencia que el alcoholismo es una forma de anestesiarnos para no pensar ni sentir lo que vivimos. Mi vida se vio afectada por el alcoholismo de varios familiares. En esos años tomé conciencia de que no gobernaba mi vida, que vivía mi vida a través de la vida de los demás. Y si quería vivir en paz tendría que hacerme responsable de la propia vida, ser honesta y auténtica conmigo.

Luego vino otro momento o ciclo de mi vida donde con muchos miedos era consciente de lo que iba a hacer. Sentía en lo profundo que hay camino para salir del sufrimiento, no del dolor que es necesario sentirlo y nos hace comprender y liberarnos. Nos duelen muchas cosas nuestras y también de los demás. El dolor comprendiendo lo que hemos vivido y aprendido nos hace conscientes. Cuando acepto lo que me duele y voy comprendiendo que, en el fondo mío, nunca hago nada para hacer daño. Lo que no puedo evitar es que algunas personas se sientan dañadas porque ya no cumplo sus expectativas. Cuando llego a la comprensión profunda de lo que es mío y lo que es de los demás, la comprensión es como un agua limpia y cristalina que me limpia por dentro. Sintetizando: tengo una vida larga y mucho que compartir.

Tengo la certeza de que hay un Poder o Sabiduría superior y universal que también está dentro de cada uno de nosotros/as, que, al encontrarnos y reconocernos, está siempre dispuesto a ayudarnos a avanzar a través de nuestra alma. Ella no me evita las experiencias, de ellas aprendo, pero sí me las facilita y me las suaviza.

En este siglo XXI, hemos de aprender las lecciones pendientes que tenemos gran parte de la humanidad para hacernos conscientes de ser nuestros mejores amigos, de no hacernos daño, respetándome y respetando, y cuidar de nuestro entorno. Lo mismo que hacemos con nosotras/os.

Esas lecciones pendientes pueden ser: conocernos, saber qué nos pasa, liberarnos de nuestros apegos y dependencias por medio del amor hacia sí misma/o como aceptación, comprensión, ternura… Y esto hay que aprenderlo en la práctica del día a día. Con paciencia y a nuestro ritmo y forma. Tarea nada fácil. Este Amor no es egoísmo, es algo necesario, para que salga de nosotras/os hacia los demás, sin esfuerzo y de forma natural.

Lo que estamos viviendo como pandemia, también pasará como ha pasado con otros acontecimientos que ha vivido la humanidad. Cuidémonos lo necesario y aprovechemos esta oportunidad para aprender las lecciones pendientes, pasito a pasito, viviendo presentes, cada día sin prisas. Viendo qué podemos hacer en este momento para mejorar la relación que tengo conmigo y así mejorar las relaciones con los demás. Acompañar los miedos, es natural tenerlos, esto me ayuda. Todas/os tenemos miedo a lo que sea. También me ayuda a vivir sencillamente, sin complicarme la vida, la que lo complicaba era la mente condicionada por creencias, mandatos, formas de vida… que se vienen repitiendo. Observa la respiración, observa la cháchara mental de la mente condicionada o pensamiento automático que nos hace sentir sentimientos o emociones que no son reales ahora. Están ahí como una película, repitiendo cada día el mismo guión y es cansino. Acepta que eso está ahí, no eres tú, tú eres el que señalas con tu mano y dices yo.

Termino, deseándoles a todas, todos, mucha salud. Que disfruten de los pequeños momentos cuando se sienten bien con nosotras/os mismas/os.

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