“TODO CUANTO NECESITAMOS PARA VIVIR LO TENEMOS DENTRO DE NOSOTROS”

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Por Fátima Luján Falcón

A ti que me lees…

Nací en Gran Canaria hace 43 años, del 77 para ser más exactos. Mi familia procede de Barranco Hondo, municipio de Gáldar, y, aunque siempre he vivido en el sureste de esta maravillosa isla, gran parte de mi infancia transcurre entre barrancos, zarzas, higueras, nogales y castañeros, donde desde niña me gustaba irme sola con mi tupper en forma de caldero y jugar entre las montañas a inventarme mis propias historias.

En mis recuerdos de niñez están la dicha de haber conocido a mis bisabuelos; en su casa nunca te aburrías y, en ocasiones, recuerdo que me regalaban a escondidas una moneda de 100 pesetas y me dejaban coger una lima de su árbol. 

De mis abuelos y abuelas, recuerdo ver y probar el cuajo y el queso tierno, el olor a estiércol o los abrazos eternos en cada reencuentro, los suspiros, la sonrisa, la preocupación y las risas.

Parte de mi infancia también sucede en la tienda del pueblo de CASA PASTORES de mi tía, una persona muy especial para mí, que me enseñó a ser valiente, a reír a carcajadas, a abrazar, a recibir o a dar sin esperar; ella fue una gran mujer, innovadora e independiente en su época.

Con mis padres y hermano me crie en este pueblo. Comenzando a despertar en mí la vocación de la docencia y, aunque también quise ser fisioterapeuta, muy pronto lo descarté. La escritura me gustaba desde niña, pero mi letra tiende a ser de médico, como se suele decir, así que no le di importancia a escribir y publicar algunos poemas en un periódico de Barcelona, ganar un premio de poesía en el instituto o escribir guiones de series a máquina que luego rompía, ni siquiera a las obras de teatro que yo misma creaba.

Alrededor de los 10 años me diagnosticaron Síndrome de Márfan y estuve hasta los 35 años realizando ejercicios para corregir una escoliosis de espalda, revisiones oculares, ejercicios de rehabilitación, y realizándome eco cardiogramas cada 6 meses para valorar la dilación de la válvula aorta.

Estas situaciones me supusieron muchas limitaciones, una mala gestión de mis emociones por el desconocimiento, la sobreprotección en algunos momentos o los miedos, ya que no se sabía si me podrían afectar a mi salud, derivando en una vida sedentaria y con grandes problemas de autoestima, entre los que se incluyen: los miedos, las inseguridades, la falta de confianza en uno mismo, sentirse incapaz de lograr algo o no permitirme ser yo misma.

Aún así mi carácter salía a la luz en momentos clave como al ir a clases de Karate con 10 años, empezar la carrera de magisterio en la facultad de Zamora, diplomarme y graduarme en Educación Infantil en la ULPGC y en la UCJC. Además, obtuve diferentes titulaciones relacionadas con el estudio del cuerpo humano, como la de Quiromasajista, Auriculupuntura o drenaje linfático.

Desde el 2004, trabajé en varios centros como docente, en escuelas privadas, concertadas y públicas, pero, sin duda, donde más aprendí fue el año y medio que estuve en una guardería con niños de 1 a 3 años. No solo me enamoraron las familias y los niños y niñas al ver cómo desarrollaban ese apego hacia mí con esos abrazos tan tiernos, los peinados, las colonias, los llantos porque había cambio de turno o las risas cuando me decían “Tamama, Sati o Satima”, sino también mis compis de guardería. Ahí supe lo que era la vocación, la pasión, la entrega, el arte y la creatividad o la innovación y, hoy día, no entiendo que su sueldo no sea el mismo que el de cualquier docente.

Durante este tiempo, realicé un estudio sobre una arcilla de secado al aire que presenté en la revista ‘Sitúate’, aunque nunca se publicó. Escribí un libro para aprender de forma autónoma a usar el ábaco o acumulé relatos cortos en mi cajón. Mi actitud era similar a la de plantar un árbol, pero no regarlo.

Hace 5 años, estando en Lanzarote, toqué fondo emocionalmente y comencé a cuestionarme   muchas cosas como qué es el amor o la amistad, qué significa ser uno mismo, el motivo de tener tantos miedos si nadie me estaba obligando a nada y qué no me permitía ser yo, al igual que términos tan importantes como decir NO, apreciarme, valorarme o aceptarme y, tras recibir el apoyo correcto con la persona ideal para mí, mi vida comenzó a girar hacia dentro.

Realicé un curso de mindfulness durante 3 meses, empecé a superar miedos, noté que caminar por la playa me provocaba cada vez mayor bienestar, así que comencé a practicar senderismo, superé mi miedo al agua y comencé a nadar, y a probar otras disciplinas: yoga, pilates, zumba, ejercicios funcionales en casa…

Durante este tiempo, me realizaron un estudio genético en el que se determinó que yo no tenía ese gen, me dieron el alta de la unidad de patologías congénitas, alegando que no tenía ningún problema, por lo que sí podía ser madre y llevar una vida normal.

De forma innata, trasladé mis conocimientos al alumnado y noté cómo mi autoestima fue mejorando y el alumnado fue cambiando su forma de expresarse en algunas situaciones, comencé a experimentar y a realizar cursos de dibujo o de acuarela, usar técnicas plásticas nuevas como las de Hervé Tullet o a propiciar que el alumnado creara sus propias obras sin recibir mi aprobación.

El curso pasado realicé un máster en competencias docentes avanzadas, en el cual aprendí sobre innovación, coaching educativo, psicología y disciplina positiva, lo que despertó de nuevo en mí la escritura y, durante el confinamiento, empecé a plasmar todos los conocimientos adquiridos en forma de cuento, con la obra: “La familia camaleónica”, escrito e ilustrado en acuarela por mí, publicado recientemente por la editorial Mr. Momo y disponible en algunas librerías de Gran Canaria, Lanzarote, Libros cc o Amazon.

Entrevista en la Tv Biosfera, firma de libros en Gran Canaria, presentaciones del cuento en Gran Canaria y Lanzarote, artículos que se publicarán en breve en algunos CEP de las islas o el libro de ábaco en estudio como próxima publicación son algunos de los proyectos que están en marcha desde esa fecha: 17-07-2017, en la que me dije a mí misma: No puedo pretender que las personas cambien, pero sí puedo hacerlo yo. Ese día tomé la mejor decisión de mi vida.

Y en la actualidad, ejerzo como docente en Lanzarote, me apasiona la enseñanza y la creatividad, el dibujo, la acuarela, las emociones, los cuentos pop-up, la natación, el yoga, el senderismo, la lectura, el baile, la música o la meditación, aspecto que traslado al aula con la intención de innovar, trabajando en equipo y procurando que el alumnado se descubra a sí mismo, crea en sí, en sus cualidades y las desarrolle con amor y respeto, interactuando con el resto de la comunidad educativa desde la empatía, el respeto y la aceptación progresiva de valores y prioridades que irán marcando su vida.

Como persona, creo en la importancia de conocernos a nosotros mismos y para ello salir de mi zona de confort, viajar sola a París, apoyarme en la familia y amigos/as que me aprecian y permitirme conocer otras personas y realidades, que me sirvieron como experiencia para volver a ser la niña que fui desde una perspectiva completamente diferente; feliz, en paz interior, con nuevas ilusiones y proyectos en construcción y con la firme convicción de que todo cuanto necesitamos para vivir lo tenemos dentro de nosotros, siendo las personas que nos rodean un reflejo de nuestro interior, una brújula o termómetro para valorar lo que damos y recibimos,   apreciar la valentía de ser uno mismo y abrazar la diferencia como enriquecimiento del cuerpo, el alma y  la mente, donde amarse a uno mimo sea simplemente, ser y dejar ser .                     

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