“SI SE SIGUE VENDIENDO COMO UN SACRIFICIO REALIZAR ESTE OFICIO, LLEGARÁ EL MOMENTO EN EL QUE NO EXISTA RELEVO GENERACIONAL”

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Por Macarena Rosario Expósito (Agaete)


Me llamo Macarena, tengo 41 años y vivo en Agaete. Soy ganadera, quesera y madre de dos niños: Javier y Alejandro.

Mi empresa la montaron mis padres, Lolo y Toñi, en 1996 (año en el que sacaron el registro sanitario), aunque, desde que yo tengo uso de razón, les vi trabajar con animales y en la agricultura.

Desde muy pequeña sabía que quería dedicarme al mundo animal (mi sueño era ser veterinaria). No pudo ser de una manera, pero he terminado desempeñando algunas de las funciones que ahí habría podido realizar.

En 2003 me fui a vivir fuera (Tánger, Lisboa y Tenerife) con mi primer hijo y su padre. Durante 5 años, trabajé en la casa y cuidando de mi hijo. Siempre he sido muy observadora, así que esa experiencia me sirvió para aprender sobre otras formas de vida y de pensar, que hoy en día utilizo en mi día a día.

En 2008, con la llegada de mi segundo hijo, decidí que era hora de volver a casa, que como aquí no se está en ningún sitio y que la felicidad no está en el dinero que puedas conseguir, sino en saber emplearlo en las cosas que de verdad te hacen ser tú mismo.

A partir de entonces, vuelvo a la finca con mis padres y comienzo a ayudar en lo que sea necesario. Hasta que en 2010 todo cambia; mi padre fallece y tenemos que comenzar a tomar decisiones.

En 2011, la empresa pasa a mi nombre. A partir de ahí, ha sido un desarrollo personal increíble, no solo por la capacidad de trabajo que tengo, sino porque me ha hecho más fuerte. Capaz de ordeñar vacas, que hasta ese momento era labor de los hombres de la casa (mi hermano y padre), asistir partos, ayudar en operaciones, hacer queso, la distribución del mismo, el papeleo, cursos de alimentación y ganadería… Y todo ello, sin dejar de ser una buena madre, atenta, cariñosa, que hace lo posible porque su trabajo le quite el tiempo justo para estar con sus hijos.

Parece una locura que todo esto se pueda hacer. También es verdad que no estoy sola, porque mi madre con sus 65 años es un pilar que nunca me ha abandonado; su ayuda y apoyo hacen posible todo esto. También la ayuda de mi hermana Almudena, que me auxilia cuando estoy muy agobiada por la falta de tiempo, y mi hermano Francisco, que siendo agricultor siempre está por si surge alguna duda, ya que mi cabeza no deja de trabajar y estoy pensando en proyectos que, a largo plazo, hagan más cómoda y agradable la visita de aquellos que se acercan hasta nuestra granja.

En la Quesería Artesanal del Rosario se elabora desde quesos frescos hasta curados, con cubierta de pimentón o gofio. Con las mezclas de las leches de las especies que tengo (vacas y cabras) o quesos 100% puros de cada especie, todos con leche cruda. Hemos tenido números premiados en los quesos en las distintas variedades que elaboramos por su textura, cremosidad y un buen regusto.

Gran Canaria es un lugar donde el queso es un producto fijo por excelencia; se consume casi la totalidad de la producción que se elabora en la isla, más la que viene de fuera. Pero aún sigue sin valorarse como se merece el producto local (la relación entre la calidad y el precio), aunque entre las campañas que se han venido haciendo estos últimos años, la visualización que se lleva a cabo desde algunas admiraciones y algunas asociaciones, como en la que yo participo de forma activa «Asoquegran», cada vez más se va notando el valor que tiene. La llegada de esta pandemia, «la covid 19», nos ha hecho comprender que debemos buscar la forma para ser sostenibles, teniendo unos productos de calidad y cercanía. 

Considero que hay que educar en la línea de que algo que se hace desde el neolítico no debe mostrarse como algo sacrificado o que te obligue a prescindir de cosas de tu vida. Gracias a las nuevas tecnologías, podemos disponer de una mejora en la calidad de vida, porque, si se sigue vendiendo como un sacrificio realizar este oficio, llegará el momento en el que no exista relevo generacional, ni nadie que quiera desempeñarlo.

Con orgullo podría decir que soy una mujer rural al dedicarme a la ganadería en zona rural, pero también podría decir que soy una mujer empresaria, una mujer… Pero me gusta más decir que soy una mujer que ama lo que hace.

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