Coralia Sosa: “Te llena de orgullo comprobar que mi vocación le ha salvado la vida a una persona”

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La combinación “mujer y joven” no parece estar en el imaginario de los pacientes del servicio de neurocirugía del Hospital Universitario de Gran Canaria Doctor Negrín, donde esta agaetense de corazón ejerce su profesión desde 2008, cuando empezó su residencia. 

Y es que muchas son las anécdotas que puede contar en relación a su credibilidad inicial como neurocirujana, a tenor de ambas circunstancias. Sin embargo, su buena reputación ha ido en aumento gracias a su tesón, precedido de la excelencia académica, pues también es Doctora en Medicina, y de la gran cantidad de casos que, a través de sus privilegiadas manos, ha conseguido la curación. 

Todo ello, además, combinado con la doble maternidad, que, aunque “es lo más bonito del mundo”, implica redoblar esfuerzos y apoyarse en la familia para poder sobrellevarlo: “Tengo la suerte de que mi pareja no se dedica a esto y puede estar con los niños al 100%, porque si los dos fuéramos médicos, sería muy complicado conciliar”.  

 

¿Por qué elegiste la carrera de Medicina?

Estudié Medicina por vocación. Desde muy pequeñita, desde que tenía la edad que tiene ahora mi hijo Pedro, con 5-6 años más o menos, siempre me preguntaban qué quieres ser de mayor y yo contestaba que médico. Lo tuve siempre claro; había una herida y yo iba a curarla. 

¿Y por qué te decantaste por esta especialidad?

En tercero de Medicina ya te vas direccionando, bien a una parte médica o a una especialidad quirúrgica. Yo ahí ya me di cuenta de que lo mío era la cirugía. Y luego, ya en cuarto, vi neurocirugía y supe que me dedicaría a ello, porque es una cirugía muy diferente a las demás, es muy limpia y no tiene nada que ver con otras partes. Además, me gusta la parte microquirúrgica, porque en neurocirugía hay que utilizar el microscopio y a mí me gustaba ese trabajo de precisión. Y también porque es una especialidad donde todavía hay muchas cosas por descubrir, por lo que, si algún día me canso de operar, también puedo dedicarme a la parte de investigación, que en otras ramas está todo más estudiado ya. 

¿Qué es lo que más te gusta de tu profesión?

Sin duda, operar. Me puedo pasar horas en el quirófano y no me canso. Además, nunca nos aburrimos, porque a nuestro horario hay que sumarle las guardias, el día que se pasa consulta, donde vemos principalmente patologías de columna, aunque a veces llegan de otro tipo, como tumores. También pasamos por planta y tenemos pacientes en la Unidad de Cuidados Intensivos. Por otro lado, dedicamos tiempo a estudiar y a realizar informes, más un día o dos a la semana para operar. 

¿Cuál ha sido la operación más larga que has realizado?

Una de un tumor bastante complicado, que realicé con otro compañero. Yo era residente aún y recuerdo que salí a las 9 y media de la noche, después de haber empezado a las 8 de la mañana. Era un tumor en una zona un poco complicada. 

¿Qué casos recuerdas por sorprendentes?

La verdad que he visto muchos casos de gravedad, que los luchas y los pacientes te sorprenden. Me viene a la mente el de un chico de 20 años que venía de Lanzarote y que había tenido un accidente con el monopatín. Tenía un hematoma epidural en la cabeza y lo operé de madrugada. Luego me fui a casa, pero tuve que volver para ponerle un drenaje, porque se complicó un poco más todavía. Al día siguiente, lo operó mi compañero del otro lado, es decir, era un paciente con varias lesiones dentro de la cabeza. Milagrosamente, salió adelante y ha vuelto a su vida académica. Hablaba cuatro idiomas y sigue dominándolos. A veces, aunque le veas un escáner muy feo y pienses, son tres cirugías complejas en un mismo fin de semana, consigue recuperarse. Entonces, te llena de orgullo comprobar que mi vocación le ha salvado la vida a una persona. 

¿Sientes que la maternidad te ha frenado en tu trayectoria profesional?

No considero que mis hijos me hayan frenado, ni mucho menos, porque además he hecho otro tipo de trabajo como seguir estudiando. Cuando el primero, hice la tesis doctoral y, con el segundo, me preparé el temario de una oposición e hice un máster, sobre todo para mantener la agilidad mental y, con respecto a la física, cuando vuelves a operar, en dos semanas ya estás como si nada. No considero que me haya frenado la maternidad y es lo más bonito que hay.  

¿Existe la conciliación en tu actividad profesional?

Eso es más difícil, pero por suerte tengo una pareja que no se dedica a esto y puede estar con los niños al 100%. Si los dos fuéramos médicos sería muy complicado conciliar. También es verdad que los niños me demandan un montón y, a veces, tengo que irme de madrugada y, al día siguiente, estoy durmiendo por la mañana… Así que conciliar es difícil. 

¿Qué le dirías a tus hijos si quisieran estudiar Medicina?

Yo no les voy a inculcar que lo estudien, sino que hagan lo que quieran en la vida, que yo les apoyaré. En cualquier caso, es verdad que es un sacrificio, pero me quedo con los casos que han salido adelante, como el chico del monopatín, que lo veo por la calle como si no le hubiera pasado nada, por lo que, sin duda, vale la pena. 

Yo les apoyaré en lo que hagan, pero si no es vocacional, lo pasarían muy mal en esta especialidad, porque aun siéndolo, implica una responsabilidad que te pesa un montón. Te llevas los pacientes a casa, como digo yo. 

¿Has tenido algún problema en tu gremio por el hecho de ser mujer?

A veces he sentido que tengo que demostrar más por ser mujer, porque prácticamente soy la primera neurocirujana aquí en muchos años. Y no es por mis compañeros, que son maravillosos, sino que tú misma no quieres que te vean menos fuerte que ellos por el hecho de ser mujer. Es algo que me impongo yo, no mi entorno laboral. 

¿Y con los pacientes?

Problemas no, pero confusiones muchas. A veces, cuando voy a informar a un paciente y a su familia, me preguntan si después les hablará el médico. Hay un hándicap importante en ser mujer y ser joven, que no lo llevan bien los pacientes. 

¿Cómo ha afectado el COVID-19 en tu especialidad?

La pandemia ha afectado en la lista de espera, porque hay muchos pacientes que se han quedado estancados, porque los quirófanos están cerrados. La medida ha sido muy acertada, pero ha supuesto que muchos pacientes hayan empeorado su calidad de vida en este tiempo. Con respecto a la neurocirugía, no hemos dejado de operar lo que ha sido urgente y oncológico. Todas mis guardias, durante esta época, las he hecho sin dudar, pero es verdad que te acuerdas de esa gente que se ha quedado a la espera. 

Y para finalizar… ¿Cómo vive una neurocirujana en Agaete?

Es el lugar perfecto para vivir y desconectar del trabajo. Me encanta pasear por Las Nieves, el pueblo y, sobre todo, pasar un ratito en El Perola. Lo más que me gusta es que la gente no sabe a qué me dedico, lo que me permite olvidarme de mi día a día. 

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