“QUEDARSE EN EL ‘Y SI’ PUEDE SER UNA CARGA DE POR VIDA”

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Por Elena Alemán (Arucas)

La vaca valiente nace el 8 de diciembre de 2018, la autónoma y emprendedora el 5 de agosto de 1986, y el paso definitivo para abrir este sueño el 27 de mayo del 2017 con la llegada de Diego.

Parece que la valentía se me despertó con la maternidad. Desde pequeña me empapé en casa de la vida de un autónomo a través de mi padre, propietario hasta el momento de un restaurante-cafetería, con sus más y sus menos, luchando cada día por su negocio, pero con poca conciliación, ya que la hostelería conlleva muchísimas horas. Desde pequeñita admiro su trabajo y su tenacidad, quizás por ello estoy hoy aquí escribiéndote mi historia frente al ordenador que se encuentra en el mostrador de mi juguetería-librería educativa infantil situada frente a un entorno de ensueño, el parque de las Flores en mi querida Arucas.

Nací y he vivido siempre en el municipio de Arucas, siempre tuve claro el desarrollo de mi vida y futuro aquí, no me veía en otro lugar. Y el local en el que me encuentro lo miraba durante horas desde mi niñez, nada tiene que ver con la actividad que he desarrollado yo, pero esta calle siempre ha tenido MAGIA y la magia me ha llevado aquí.

Dos años de La Vaca Valiente, tres desde que te pensé tras el nacimiento de mi hijo y tras seis trabajando para una empresa que se había convertido en mi familia, pero que no era mi sueño.

¿Pero cómo abandonar lo seguro y arriesgar? Fácil, llegaba a mi vida la ¿conciliación? Era el momento: arriesgaba o me quedaba encorsetada de por vida en lo que no era mi pasión. Mi vida estaba atada a unos horarios establecidos y un móvil lleno de responsabilidad 24 horas los siete días de la semana. 

Paseando por mi calle mágica, vi que se alquilaba mi local, porque la señora que lo regentaba, tras más de treinta años se acababa de jubilar. Sin apenas comentarlo con nadie, hablé con mis jefes, llegué a un acuerdo para no salir perjudicada e irme a montar mi SUEÑO, ese que se despertó al ver que en el norte no existía los juguetes y libros que quería para la infancia de nuestro hijo.

La gente del norte se merecía un emprendimiento como este, arriesgado, pero con mis ganas e ilusión iba a por ello. Dos años a punto de cumplir, de altos y bajos, de hacernos conocer, no solo en el norte sino entre islas. Donde he pasado de ser fiel defensora del comercio local, a tener que pasar por el aro del comercio digital, ya que el COVID nos ha hecho tener que reinventarnos. Miles de horarios modificados y conciliados con las necesidades de la familia y gracias a ello, poder estar presente en muchas cosas que en cualquier otro trabajo hubiese tenido que renunciar.

El norte ha conseguido alternativas a lo de siempre, en mi juguetería-librería nos preocupamos por el bienestar de los más pequeños, por despertar la imaginación y la habilidad de los no tan pequeños, y agudizar el ingenio de los que van dejando la niñez atrás. Ofrecemos juguetes en madera, manualidades llenas de creatividad, puzles de tres mil maneras y diferentes piezas, juegos de mesa hasta los 99 años y alguno más, robótica para los más curiosos, las muñecas y accesorios más dulces y realistas… En definitiva, un mundo mágico donde la prioridad es el respeto por la infancia.

La vaca valiente, además de acercarme a mi familia, ha hecho que cree otra familia, la de más que clientes amigos/as convertidos, apoyos incondicionales, que sin ellos no hubiésemos seguido adelante. 

Por eso, animo a las mujeres que tienen ese sentimiento de emprendimiento a llevarlo a cabo, porque quedarse en el ‘y si’ puede ser una carga de por vida. Nunca es tarde para poner en marcha nuestros sueños.

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