“MOYA, CON SU BIODIVERSIDAD, FUE MI PRIMER AULA DE LA NATURALEZA”

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Por Encarnación Castellano Santana (Moya)

Soy Encarnación, nacida y criada en Moya, villa que desde pequeña me envolvió de Naturaleza. Sin ser consciente de ello, despertó en mí la curiosidad por lo vivo y la curiosidad lleva a querer conocer… Esta condición de niña rural, hija de padres agricultores, que amaban y respetaban profundamente la tierra y que vivían de lo que daba, creo que fue determinante para que me inclinara por estudiar Biología.

Esta decisión tuvo dos impulsores: mis padres y Moya. 

Mis padres, porque con ellos aprendí mucho sobre el medio en el que vivíamos, como utilizar los recursos naturales, practicando una agricultura sostenible aplicando las normas básicas de la ecología sin saberlo, porque lo que hacían era aplicar los conocimientos aprendidos por tradición y sabiduría popular.

Moya, con su biodiversidad, fue mi primer Aula de la Naturaleza. Así que a mis padres les debo AMOR y agradecimiento eterno, y en cuanto a Moya, representa mis raíces, mi biotopo de vida y mi lugar predilecto, donde siempre siento que estoy en casa.

Estudié Ciencias Biológicas en La Universidad de la Laguna.

Hice la carrera a pesar de que eran tiempos difíciles para las mujeres, porque la sociedad rural no estaba preparada para que las mujeres tomaran caminos tan aperturistas. Las expectativas para la mujer eran que se preparara para ser buena ama de casa o como mucho, estudiar algo que se pudiera realizar en la isla. Para conseguir mi propósito, el apoyo incondicional y ferviente de mis padres fue imprescindible y yo puse el resto consiguiendo el reto: ser bióloga. Como anécdota, la primera bióloga titulada de Moya, porque este municipio está lleno de biólogos empíricos, que por muchos años han conservado y transmitido el amor a la tierra.  

Mi trayectoria universitaria tuvo siempre referentes vinculados con los paisajes y parajes que me acompañaron a lo largo de mi infancia y juventud: Los Tilos, Barrancos de Moya y de Azuaje, El Brezal, estos y otros tantos lugares, sin ser consciente de ello, me enseñaron mucho sobre el conocimiento del medio, de manera natural sin esfuerzo, por eso digo que fue mi primer aula de la naturaleza. En Moya y su entorno, y con la ayuda de mi padre, aprendí mucho de lo relacionado con las plantas y sus propiedades medicinales. Saber el nombre popular de las plantas y sus aplicaciones fue una ayuda enorme en los estudios académicos de la Botánica. Ser rural fue una ayuda para el conocimiento.

Acabé la licenciatura (1974) y comencé mi carrera profesional en el Colegio Universitario de Las Palmas, impartiendo clases de Biología en la licenciatura de Medicina.

Se presentó la oportunidad de realizar la tesis doctoral y la línea de investigación de nuevo me puso en contacto con mi medio rural. La tesis fue sobre la química y relacionada con la fisiología de las plantas y el sustrato en el que crecen. Lo que aprendí viendo cultivar la tierra, sobre abonos químicos y naturales, riegos y plagas fueron de nuevo de gran ayuda, sobre todo en la defensa de la tesis en la Universidad Autónoma de Madrid. Consigo ser doctora en Ciencias Químicas (1980), al tiempo que estaba embarazada de mi segundo hijo. 

Seguía como docente en Medicina, pero se presenta la necesidad del CULP de tener especialistas en Genética; me proponen el proyecto de una estancia en el Consejo Superior de Investigaciones Científicas en Madrid. La idea fue aprender lo relacionado con la genética humana y la aplicación en la prevención de las malformaciones de origen genético en la especie humana. Este es el origen que permitió que se creara el primer laboratorio de Genética Humana (tercer embarazo) para la provincia de Las Palmas, en el que llevé a cabo mi labor como genetista clínica e investigadora hasta que me jubilé. He de reconocer que mi gran pasión ha sido la docencia, primero en Biología de Medicina, que pasaría a llamarse más tarde Citología e Histología, y luego Biología Celular.

 Las clases a lo largo de mi carrera las impartí en Medicina, Enfermería y Fisioterapia. Mi mayor dedicación ha sido impartir la docencia en Genética Humana en Medicina.

Les diré que, además, intenté inculcar en los estudiantes afición y amor por la música, la ópera, la lectura… y para ello impulsé créditos de libre configuración y acompañaba a los alumnos a estas actividades. Esto lo hacía en mi tiempo libre, pero fue una labor muy gratificante.

Todo esto que les narro no es vanagloria, sino un testimonio vital. Ser mujer y rural no implica impedimento para ponerse metas de crecimiento. Nada de lo que una se proponga es imposible, sino que todo es posible si se pone el empeño y el tesón necesarios.

Así que ahora desde la atalaya de la jubilación, con un ciclo vital casi cerrado, tres hijos con sus proyectos académicos conseguidos y cinco nietos, puedo afirmar que las mujeres rurales pueden conseguir lo que se propongan, claramente será más fácil con el apoyo familiar y social. Así que como mujeres tenemos la obligación de educar en la igualdad para conseguir avanzar. ¡Estamos en el camino!

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