Por Carla Rosillo (SANTA Mª DE GUÍA)
Hola, me llamo Carla y soy matrona. De pequeña no quería serlo; es más, ni sabía lo que era. Como la mayoría de los niños cada día soñaba con ser una cosa distinta. En el instituto era muy reivindicativa; supongo que mis profesores pensaron que podría acabar en política, pero mis padres me convencieron para que estudiara enfermería “por las salidas profesionales”, decían.
Dentro de la carrera no encontraba mi hueco, incluso me planteé abandonar, hasta que conocí el trabajo de la matrona; me enamoré desde el primer día, veía a las que hoy son mis compañeras con enorme admiración y quería ser como ellas.
Así que, tras un año y medio de mucho estudio, conseguí mi plaza de residente especialista en el Hospital Materno-Infantil de Canarias, mi segunda casa. Tras dos años de formación y 8 meses trabajando como matrona, corté el cordón umbilical con paritorio y me vine a trabajar a Atención Primaria.
Desde hace dos años llevo desempeñando mi trabajo en los municipios de Santa Mª de Guía y Moya. A pesar de ser de la capital, tengo un nexo de unión con Guía, y es que mi única abuela canaria, de niña, vivía al lado de la ermita de San Roque, donde ahora hay un despacho de abogados. Y como dato curioso, decir que, a pesar de mudarse a la capital, iba a parir a Guía con las parteras de la zona.
Para mí, mi trabajo de matrona consiste en acompañar a las mujeres y sus familias en cada una de las etapas de su vida, apoyándolas, dándoles información con rigor científico, para que sean y sientan que son las protagonistas de cada uno de los momentos vitales de su vida, y por supuesto, respetando sus decisiones. Es mi manera de defender los derechos de la mujer, que, por desgracia, en la actualidad, muchos son vulnerados, y poder así, conseguir un mundo más equitativo.