“Me entristece ver la falta de sentido común de una parte de la población retando al virus, sin tener en cuenta el drama y la soledad que viven los pacientes y familias afectadas”

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Por Guacimara Ramírez (Gran Canaria)

Mi nombre es Guacimara y nací en La Aldea de San Nicolás, mi querido y ya no tan lejano pueblo. Vine al mundo en el seno de una familia numerosa, humilde y trabajadora del sector tomatero. Soy la cuarta de cinco hermanos.

De mi infancia y adolescencia en La Aldea guardo algunos de los recuerdos más preciados y, además, mantengo a “mis amigas del alma”, como así nos llamamos nosotras.

Desde pequeña supe que me dedicaría a alguna profesión relacionada con la ayuda y cuidado de las personas. Por ello, hace ya 24 años, me matriculé en la diplomatura de Enfermería en la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria. Mi primer año de carrera lo cursé en la isla de Lanzarote, lejos de la familia, forjando un vínculo muy especial con las compañeras de esa época. En ese mismo año, conocí a mi pareja y decidimos emprender un camino juntos, acompañarnos y apoyarnos todos estos años, pero también perdí al otro hombre más importante en mi vida: mi padre.

En el inicio de mis estudios universitarios, comencé a colaborar con una ONG, siendo una experiencia muy valiosa, ayudando en un comedor social y realizando Educación para la Salud en el marco de la prostitución. También llevábamos a cabo acciones con los usuarios de drogas por vía parenteral, intercambiando agujas y jeringas para disminuir con ello el riesgo de contagio de VIH, así como labores asistenciales en una pequeña sala de curas o en el mismo coche que utilizábamos para desplazarnos.

Mi vida profesional comenzó rotando por múltiples centros de salud de la isla de Gran Canaria, para posteriormente desempeñar mi labor en la Clínica San Roque, en el Hospital Universitario de Gran Canaria Doctor Negrín, hasta recalar en el Hospital Universitario Insular de Gran Canaria, donde sigo a día de hoy.

En estos años, he ido actualizando mi formación, realizando diversos cursos, seminarios, acudiendo a jornadas y congresos. Realicé el Experto Universitario en Enfermería de Urgencias Hospitalarias y Extrahospitalarias, así como la Maestría Internacional en Cuidados Paliativos, ya que, al comenzar a trabajar en esta unidad, sentí la inquietud de profundizar mis cocimientos en esta  materia. Desde hace años, soy tutora colaboradora de la especialidad de Enfermería Familiar y Comunitaria en el servicio de Cuidados Paliativos del Complejo Hospitalario Universitario Insular Materno Infantil, desempeñando así la labor docente que también caracteriza a la Enfermería.

Trabajar interdisciplinarmente con estos pacientes y sus familias, atendiendo a sus necesidades físicas, emocionales, sociales y espirituales con el fin de mejorar su calidad de vida, ha supuesto un enriquecimiento profesional y personal en todos los sentidos. Espero que nuestra Comunidad Autónoma de Canarias, continúe trabajando para mejorar la accesibilidad a los cuidados paliativos de todos los pacientes que los necesiten.

Ser madre fue uno de los momentos más trascendentales de mi vida. Si bien la realidad me ha demostrado que la conciliación familiar y profesional no siempre resulta una tarea sencilla, en especial cuando trabajas a turnos (mañanas, tardes o noches), teniendo que hacer malabares para poder conseguir la conciliación de la que tanto se habla.

Firmar mi plaza de enfermera en el Servicio Canario de la Salud con mi bebé en brazos supuso otro de los momentos más felices de mi vida.

En 2020, llegó la pandemia y, desde entonces, el servicio donde trabajo pasó a ser Unidad COVID, lo que ha supuesto un aprendizaje continuo. La incertidumbre del inicio se ha ido convirtiendo en seguridad en el cuidado y manejo de estos pacientes, sin perder el miedo a contagiarnos y, por ende, contagiar a nuestros allegados. Por ello, quiero hacer un gran reconocimiento a aquellos compañeros y compañeras que han perdido su vida luchando para salvar la de otros. 

En la actualidad, me entristece ver la falta de sentido común de una parte de la población retando al virus, sin tener en cuenta el drama y la soledad que viven los pacientes y familias afectadas. Espero que la responsabilidad y solidaridad del ser humano gane a la actitud incívica y avance exponencialmente la campaña de vacunación, de la cual me consta que están realizando un gran trabajo, para que puedan volver los abrazos y poder vernos las tan necesarias sonrisas.

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