“Los límites de quien decides SER los pones tú”

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Soy Ruth G Velázquez quiero compartir que Mi Mundo Violeta lo he ido creando sin ser consciente de ello desde que soy una niña, aunque en este momento con 40 años haya sido cuando lo he puesto en marcha como marca personal y andadura profesional para dejarlo de legado a mi hija Yalorde.  Sin darme cuenta todo lo que acontecía a mi alrededor provocaba en mí acciones que, sin pronunciarlo con mi boca, mis actos gritaban sin cesar               “NO ESTÁS SOLA/O”, mensaje que hoy día se lanza con mucha fuerza en voz alta desde la ardua lucha  feminista.

Siendo la más pequeña de cinco hijos/as, dos hermanas y dos hermanos mayores, vine al mundo con un gran propósito, el cual desconocía, y que hoy agradezco cada día. Al no ser esperada y mucho menos buscada, dado que mi madre en aquel entonces ya tenía la edad límite para ser mamá. A pesar de todo llegué a este regalo llamado Vida, gracias Amalia por darme la vida. Tuve una infancia hasta los once años bastante compleja, con vivencias que no son agradables, mucho menos favorables para el desarrollo de ningún niño/a, una familia desestructurada donde el miedo y la impotencia eran emociones que sentía muy a menudo por lo que sucedía a mi alrededor, violencia de género y violencia vicaria concretamente. En aquel entonces no era violencia ante los ojos de la sociedad ni de la justicia, eran derechos que otorgaba el patriarcado sin importar las consecuencias, ni los daños.

Afortunadamente, con once años, una de mis hermanas, nueve años mayor que yo me llevó a vivir con ella. Fue sin duda mi salvavidas y mi ejemplo a seguir, responsabilizándose de mi bienestar y educación. Mi hermana se convirtió en mi madre, confidente, mi todo. Esos primeros once años de vida fueron suficientes para almacenar traumas y vivencias, forjando como un traje a medida mi personalidad con un carácter muy fuerte, luchadora, protectora y activista ante las injusticias. Cada día deseaba lo mismo, que llegase la hora en la que viera entrar a mi hermana por la puerta porque a su lado sentía seguridad y protección ante mi miedo. Me enseñó que a pesar de lo que suceda a nuestro alrededor, siempre, absolutamente siempre, podemos elegir y decidir el camino que quieres recorrer, sin que se tengan que repetir los patrones de nuestros progenitores, ni que esas vivencias sean la excusa perfecta para repetir y perpetuar lo que has vivido como una canción de CD rayada. Gracias “mamitilla” por todo.

“Siempre podemos elegir y decidir, siempre hay una salida para alejarnos del patrón de víctima, para ser las/os creadores de nuestras vidas” 

Al haber sentido en mi piel el bien que me aportaba contar con protección, acompañamiento, escucha activa, sentir que no estaba sola, provocó sin darme cuenta que yo lo repitiera una y otra vez allá a donde fuera. En el colegio, en el instituto, con generaciones descendientes de mi familia, con mis amigos/as, personas desconocidas, en mi adolescencia y juventud, en mis trabajos, en mis relaciones sociales y de pareja… Allá por donde pisaba siempre iba ejerciendo protección, algo innato en mi forma de actuar en lo cotidiano, con intenso énfasis hacia las personas vulnerables y excluidas socialmente, reivindicando y haciendo frente a las injusticias. Esto me ocasionó,  en mas de una ocasión, problemas y enfrentamientos con muchas personas, pero no me importaba ni me importa, no podía ni quería ser parte del problema, siempre quise y quiero ser parte de la solución ante este tipo de circunstancias, de ahí que haya nacido con ahínco mi marca personal Mundo Violeta, un proyecto donde abordar, promover, prevenir a través de la educación y la coeducación un mundo igualitario, inclusivo, sin violencias, sin discriminaciones y sin desigualdades de ningún tipo, sensibilizando a la sociedad para involucrarse y ser un Punto Violeta en sus roles personales y profesionales. Todas y todos podemos ser un Punto Violeta.

“Elijo cada día ser parte de la solución y no ser parte del problema mirando para otro lado, mostrando indiferencia a actos de violencias e injusticias. Yo elijo ser un Punto Violeta”

Durante todo este tiempo he tenido que aprender a gestionar, asumir y valorar mis vivencias de la infancia, para utilizarlas como herramientas para mi propósito de vida y para lo que me hace feliz que es ayudar a las personas, sintiendo prioridad por la ayuda a las mujeres y a los niños/as, sin excluir y sin discriminar al hombre. Ha sido un trabajo muy duro que me ha llevado años, sanar heridas, perdonar a mis progenitores, aceptar el miedo como una emoción más, sin querer huir, sino aprendiendo a caminar con él, disminuyendo su potencial en mí, haciéndome amiga íntima de la resiliencia, aplicándola cada día más en mi vida, y convirtiéndola en el motor que me levanta de cada caída. Antes podía quedarme bastante tiempo en el piso tirada, sin fuerzas para levantarme, aunque siempre terminaba levantándome, me recordaban lo fuerte que soy. Mi hermana muchas veces me ha dicho: – ¡¡¡ En peores plazas te he visto torear, ponte el traje de luces y dale!!!  Sumar que, gracias a mi amiga íntima actualmente, en cada caída me digo: – ños mi niña! ¡¡¡Vaya zarpazo te metiste, sacúdete y arribaaaaa!!!  Sin recrearme en mi caída y mucho menos procrastinar el momento de levantarme y continuar, habiendo aprendido que la vida no es lineal, la vida es una montaña rusa en la que un día estás arriba y otro abajo… y no pasa nada. ¡Es vida! 

“Mi prioridad es la ayuda y entrega a las mujeres aplicando la sororidad y proteger a los/as niños/as”

Crecer personalmente, superarte y empoderarte no es sencillo, pero es posible, tan solo es necesario saber quién eres, conocerte en profundidad, tener localizadas tus luces y sombras, potenciar tus virtudes y trabajar para transformar tus defectos. Es un acto de auténtica valentía decidir crecer personalmente, dado que es uno de los acontecimientos en la vida de un ser humano más complicado, teniendo que construir la capacidad de desnudar tu alma, ver la cantidad de gusanos que nos la invaden y comenzar la limpieza de choque, aceptar tu parte vulnerable admirando, cuidando, valorando y amando tu yo interior. Con autocrítica real y sincera, con decisión y acción y buen acompañamiento se logra crecer sin límites, el límite es el cielo azul turquesa que es infinito.

“Los límites de quien decides SER los pones tú”

Ruth G Velázquez

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