“LO QUE ME LLEVÓ A ESTUDIAR DERECHO FUE MI AFÁN POR AYUDAR A LAS PERSONAS”

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Por Patricia Sánchez Herrera (Teror)

Me llamo Patricia, tengo 41 años y trabajo como abogada, administradora de fincas, mediadora familiar y docente. Todas estas facetas me complementan, por lo que no podría decantarme por ninguna de ellas exclusivamente. 

Estudié Derecho en la ULPGC y tengo dos despachos: uno en Teror, de donde soy, y otro en Las Palmas de Gran Canaria. Me especialicé en derecho civil, especialmente en los temas de herencias y familia, así como comencé a trabajar accidentalmente en la administración de fincas y, en la actualidad, gestiono un número elevado de ellas en diferentes municipios. 

Por otro lado, soy mediadora familiar del Gobierno de Canarias, lo que muchas veces me permite ayudar a familias que viven situaciones complejas, así como también me dedico a la docencia, labor que estoy encantada de combinar con el ejercicio de la abogacía.

Lo que me llevó a estudiar esta titulación fue mi afán por ayudar a las personas, porque muchas veces no me mueve el tema económico, sino el personal. Es más, he llevado procedimientos sin tener en cuenta la contraprestación económica que me va a reportar, así como he ejercido en el turno de oficio, porque lo considero igual de relevante que el ejercicio particular. No obstante, creo que se le debe dar importancia a los problemas de la gente, porque, en muchos casos, pueden provocar más daños que los inicialmente previstos. 

En este sentido, los casos de violencia de género han sido los que se han mostrado más agradecidos conmigo, porque he sido una guía o ayuda para salir de la situación tan desesperada en la que estas mujeres se encontraban. Una clienta, incluso, me decía que yo era su ángel de la guarda, lo que te reconforta bastante, porque ella sintió que la liberé del infierno que estaba sufriendo. 

Asimismo, he solucionado temas de otro tipo, como bancarios o de herencias, en los que la gente consigue rebajar su angustia al ver que tiene una segunda oportunidad en su vida o cómo, en el segundo caso, es gratificante comprobar que se resuelve un conflicto en el que la parte emocional pesa más que la racional. Creo también que, en el caso de las comunidades de vecinos, me ha favorecido mi labor de mediadora, con la que he logrado evitar mayor conflictividad de la que en sí ya genera la convivencia. 

Por otra parte, puedo afirmar convencida que es más difícil el trabajo de mediadora que el de abogada, porque en este último caso se resuelve aplicando la ley, pero en el primero, la realidad es que, aunque exista una norma, se trata de que las partes intenten llegar a un acuerdo consensuado. Y esto es muy complicado y complejo; por eso la mediación cada vez está abarcando más ramas y ya no solo se está impulsando desde los juzgados en el ámbito familiar, sino también en el civil, mercantil e, incluso, internacional, para resolver conflictos entre países. 

De la misma forma, me gustaría añadir una reflexión que me he planteado mientras desarrollo mi trabajo y que tiene que ver con las lagunas que presenta la ley, ya que hay muchas parcelas que se podrían modificar y, no en vano, se están retocando algunas durante la pandemia. Por ejemplo, el tema de los desahucios, que, si bien los están prohibiendo para favorecer a las personas que se han quedado sin recursos, también se debería tener en cuenta a la otra parte, que es la del propietario, que necesita percibir esa renta con la que contaba. Y es que el derecho, aunque intente ser justo, muchas veces no consigue contentar a todos por igual. 

Y otra de las cosas que se debería erradicar es la lentitud de la justicia, que hace que, muchas veces, cuando tengas la solución, ya no te sirva con respecto a lo que se reclamaba inicialmente. Esto último se intentó paliar con quitarnos las vacaciones de agosto, pero al final quedó demostrado que poco varió este asunto. 

Mi actividad profesional, que me lleva prácticamente todo el día, la tengo que compaginar con la dedicación a la familia, tanto a mi hija, de 13 años, como a mi marido. Ellos entienden mi desempeño; no obstante, justo después de dar a luz, me vi obligada a incorporarme para no ser sustituida, ya que tenía juicios pendientes que no se podían seguir aplazando. Y es que también me doy cuenta de que esta ocupación es muy personal, en el sentido de que los clientes confían en ti y te quieren a ti, concretamente, como su representante. 

A modo de conclusión, diría que volvería a repetir todo el camino que he recorrido, aunque sí cambiaría, con la perspectiva que te aporta la experiencia, la forma en la que me lo tomaba al principio, porque me llevaba el trabajo a casa e, incluso, algunos casos me alteraban el sueño. He aprendido a separar y normalizar, porque a veces intentas encontrar soluciones a cosas que no la tienen. Eso, afortunadamente, lo he mejorado con los años. 

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