Por Mary Carmen Hinojal Jiménez (Gran Canaria)
7 de marzo de 1.969, viernes, 04:00 horas, Clínica San José, Las Palmas de Gran Canaria: fui niña. Y menos mal que fui niña, porque mi hermana me había elegido como nombre, en el caso de ser niño: Pepito García. Pero no, escogió entonces Mary Carmen, Mary Carmen Hinojal Jiménez.
Como muchas niñas de esos años, estudié en un colegio de monjas y, claro está, femenino. Y mi educación siguió siendo así hasta que llegué a la universidad, donde, por primera vez, mi clase era mixta. Pasé por 3 carreras: Ciencias del Mar (no la terminé, no era lo que esperaba), Turismo (la terminé, pero me interesó más ser turista que trabajar en el sector) y Maestra Especialista en Educación Física (también terminada y mi actividad profesional actual). He de decir que no me dedico a la docencia, aunque me encanta. Empecé a trabajar en campañas deportivas del Cabildo de Gran Canaria y del Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria, y por aquí seguí.
En mi profesión, me vi muy encasillada por ser mujer. En estas campañas deportivas en las que empecé, a las mujeres nos enfocaban más a la población con discapacidad y a las personas mayores. Los deportes de equipo y preparación física quedaban más reservados para los hombres. Satisfactoriamente, he acabado trabajando como entrenadora personal, preparadora física y masajista, y tengo mi propia sala: Gymboutique Los Olivos (Sta. Brígida). El camino hasta aquí no ha sido fácil; hay mucho tópico en cuanto a la actividad físico deportiva y conseguir la igualdad, independientemente de tu género. Es un trabajo del día a día, demostrando que tú puedes igual de bien que un hombre. Todo ello ha hecho que llegar a mi estabilidad laboral actual sea aún más gratificante.
Antes de tener fijado mi camino laboral empecé a romper barreras en los deportes que he practicado. Taekwondo: la única chica durante mucho tiempo. Ultimate, un deporte que se practica en la playa con un disco: la única chica. Vela Latina Canaria: integrante del único equipo femenino de la flota, el Tara del Mar.
El deporte al que más me he dedicado ha sido este último: la Vela Latina Canaria. Empecé en 1.999 y he seguido hasta hoy en día, a excepción de unos años de parón en medio. La Vela Latina Canaria, desde sus comienzos, fue un deporte eminentemente masculino. De hecho, tuvimos que escuchar expresiones como “mejor vete a tu casa a fregar platos” o “¿qué haces tú aspirando el bote? ¡Qué lo hagan las mujeres!”. Refiriéndose esto último, claro está, a un hombre.
De entonces a ahora, hemos conseguido abrirnos camino en este deporte tan bonito y, hoy por hoy, competimos como un bote más de la flota. Hemos pasado de las apuestas a ver cuánto tardábamos en trabucar y de que los botes rivales pusiesen a sus mejores tripulantes para no tener la deshonra de perder con las mujeres, a ganarnos el respeto y reconocérsenos el lugar que merecemos en la Vela Latina. Eso sí, somos y siempre seremos, “el bote de las niñas”, pero lo tomamos más como algo cariñoso.
El Tara del Mar estuvo cinco años sin navegar, mientras estuve un par de estos años en el Comité de Regatas. La temporada pasada conseguimos, por fin, poner el bote de nuevo en el agua; costó mucho conseguirlo. Lo bonito de este proyecto es dar oportunidad a la mujer de navegar en la Vela Latina y el grupo de chicas con entusiasmo que quiso unirse a la aventura, hizo posible que el sueño de navegar de nuevo en el Tara del Mar se haya hecho realidad.
Actualmente, combino mi participación en el Tara del Mar con el Comité de Regatas. Este también ha sabido evolucionar y adaptarse al cambio apostando por la igualdad entre hombres y mujeres. Hoy en día somos casi las mismas mujeres que hombres. Pero sí que, en un principio, eso de que una mujer fuese la jueza de regata y mandase sobre los hombres, rompió los esquemas de muchos.
Mi actividad laboral y deportiva se ha visto afectada por la pandemia, como nos ha pasado a todos. De aquí he sacado lo bueno de disfrutar de mi tiempo, adaptarme al cambio y aprender. Las líneas que quedan por escribir las irá marcando el devenir del tiempo.