“HE IDO DESCUBRIENDO POTENCIALIDADES Y OPORTUNIDADES PARA CONSEGUIR ESE CAMBIO TAN NECESARIO PARA LA MEJORA DE LA CALIDAD DE VIDA DE LAS PERSONAS”

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Por Elena Díaz Quintana (Artenara)

Mi nombre es Elena y soy natural de Artenara. Hasta los 17 años residí de forma continua en este municipio y fue a partir de esa edad cuando por motivos académicos me trasladé a Las Palmas de Gran Canaria, esperando con ansia que llegaran los viernes o las vacaciones para volverme a casa con la familia, los amigos y a disfrutar de mi pueblo. 

En una primera etapa y debido a mi manera particular de ver el mundo, a la educación que había recibido y mis valores como persona, decidí estudiar la “Diplomatura en Trabajo Social”. Posteriormente, ya durante el desempeño de mi trabajo, sentí la necesidad de seguir formándome académicamente para un mejor y más completo ejercicio profesional, optando por estudiar el Grado en Derecho, seguido del Máster de Acceso a la Abogacía.

Además, durante este tiempo me he especializado en las vías alternativas de solución de conflictos, sobre todo en mediación, gracias a mi tutora del “Trabajo de Fin de Grado”, Dña. Rosa Pérez Martell, que me introdujo en este apasionante mundo. Asimismo, he participado en cursos de especialización, en un Experto Universitario, un postgrado sobre solución de conflictos, negociación, mediación y arbitraje, sobre las tecnologías de la información y la comunicación aplicada a los sectores económicos, coordinado por la misma profesora. Allí tuve la ocasión de ampliar mi aprendizaje, además de en las ADR, en protección de datos, en propiedad intelectual, en comercio electrónico.

Posteriormente, entré a formar parte del equipo de trabajo de la profesora Pérez Martell, colaboro en el servicio de mediación y arbitraje de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria, servicio dedicado a la promoción y el fomento de las vías extrajudiciales de solución de conflictos junto a la tecnología, así como a la promoción y fomento de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (Agenda 2030).  

Finalmente, colaboro en diferentes formaciones, publicaciones científicas, formando parte, desde hace poco, del Grupo de Investigación reconocido de dicha Universidad. 

He tenido la suerte de especializarme a través de esta relevante formación y de poder aprender de grandes profesionales, por lo cual estoy muy agradecida.

Me considero una privilegiada por haber nacido donde nací, por el entorno en que me crie y por haber tenido la oportunidad de formarme en lo que he querido, aunque soy consciente que esta no es la tónica habitual en los ámbitos rurales. Un hándicap que ha existido y sigue existiendo a día de hoy, es la distancia a los centros de estudio superior, institutos y universidades. En la época en que estudié Derecho, lo compaginaba con mi trabajo en el municipio. No fue un camino fácil, fue una época muy sacrificada, muchas horas de carretera, desplazándome a diario desde Artenara a la Universidad e intentando sacar tiempo para estudiar. Eso te hace ser más consciente del tiempo, el esfuerzo y el sacrificio para alcanzar tus metas.

Desde el año 2009 desarrollo mi labor profesional en el Ayuntamiento de Artenara como Trabajadora Social, formando parte de la Red Insular de Violencia de Género. En mi trabajo he conocido a muchas personas que tienen que hacer frente a situaciones adversas: las limitaciones de recursos que tenemos en los municipios rurales, la falta de oportunidades, la desigualdad, el aislamiento social, etc. Sin embargo, he ido descubriendo potencialidades y oportunidades para conseguir ese cambio tan necesario para la mejora de la calidad de vida de las personas. 

Desde el servicio en que desempeño mi labor, hemos intentado transmitir y acercar el recurso,  desde la atención directa a las acciones de prevención y sensibilización como factor de protección ante la violencia de género. Se intenta visibilizar el papel fundamental que han desarrollado las mujeres en el municipio y la capacidad de adaptación al medio y superación ante la adversidad. Quizá el hecho de tener que hacer frente a este tipo de situaciones en un municipio pequeño es una motivación para mejorar, prosperar, superarse y crecer. 

Por último, me gustaría que este artículo sirviera para poner en valor y reconocer todo el esfuerzo extra que los vecinos y vecinas de los municipios rurales, y especialmente la población de Artenara, debe hacer para intentar “competir” en igualdad de condiciones que el resto de personas de otros municipios, que cuentan con una mayor accesibilidad a servicios educativos, sanitarios, culturales o de ocio. Deseo que más pronto que tarde, estas barreras desaparezcan y no se penalice el vivir en las zonas rurales.

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