“HARÁ FALTA MUCHO MÁS QUE EL COVID-19 PARA PARARNOS A NOSOTROS, LOS FISIOTERAPEUTAS, DE AYUDAR A LAS PERSONAS QUE NOS NECESITEN”

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Por Laura Álvarez (Gáldar)

Todo pasa por algo. Una frase que guía mi día a día y que me hace reflexionar cada decisión que tomo. Gracias a esa frase he llegado a donde estoy con optimismo y positividad, y ahora mismo, donde estoy, es en el Norte.

Siempre he sido una chica de campo y una chica de ciudad, con un toque de salitre y arena para no variar. Y el Norte lo tiene todo. Es ese lugar donde siempre te arropan con una sonrisa, donde te acogen y recogen, donde siempre dan ganas de volver antes de haberte ido. Yo tuve la suerte de descubrirlo hace poco y vivirlo desde sus entrañas, vivirlo del corazón de las vecinas y vecinos de la ciudad de Gáldar.

¿Cómo llega una chica de Tafira a enamorarse del Norte tan rápido?

Esta es mi historia.



Mi nombre es Laura Álvarez, tengo 22 años y soy fisioterapeuta, de profesión, de corazón y de vocación. Comencé la carrera como un libro en blanco, deseosa de llenarlo de experiencia y conocimiento y con la incertidumbre de qué me depararía el futuro.



Decidí irme a Italia en enero de 2020 a terminar las prácticas de la carrera, para así poder conocer de primera mano, técnicas diferentes que pudieran ser aquí menos comunes y poner en valor otro tipo de terapias. El 24 de febrero, sin previo aviso, el COVID – 19 puso punto y final a mi experiencia en Italia, haciendo que recogiera todas mis cosas y volviera a casa «huyendo» del lugar que tanto me estaba enseñando, quedando en mí una sensación agridulce y de incertidumbre.



Durante el confinamiento me aferré al arte de las letras bonitas, el Lettering, un hobby que practico desde hace años y que he utilizado como herramienta para evadirme y llenarme de paz en numerosas ocasiones. Aquí nace Las Letras De Laura, una cuenta de Instagram donde plasmo mis ideas y creaciones.

En un abrir y cerrar de ojos había terminado la carrera de fisioterapia, con la misma sensación de incertidumbre con la que regresé de Italia, decidí que el destino jugara sus cartas, y sucedió.

Hace unos meses dos mujeres me invitaron a participar en su proyecto de vida, María Rosa Cárdenes y Pino Delia DomÍnguez, la cual fue también mi profesora en la ULPGC. Ambas son mujeres fuertes, emprendedoras y valientes, de Gáldar como no, que me confiaron a mÍ, la chica de Tafira, el honor de conocer el Norte desde dentro. Me concedieron la oportunidad de enriquecerme de sus historias y su cultura, a través del centro que, con tanto cariño y perseverancia, han ido construyendo a través de los años: Fisionorte.

Ahora mismo, Fisionorte se ha convertido en mi casa, donde aprendo cada día de la amplia experiencia de María Rosa y Pino Delia, y por supuesto, donde aprendo de mis pacientes, con los que aplico cada día lo que con tantas ganas he aprendido durante estos años, no solamente en Gáldar, sino también en el municipio de Las Palmas de Gran Canaria, donde contamos con otro centro para poder estar al alcance de todos.

Me llena de satisfacción ayudar a las personas a alcanzar una mejor versión de sí mismos, mejorar su calidad de vida y lograr sus metas a través de un tratamiento acorde a sus necesidades y objetivos.

El COVID-19 ha supuesto, sin duda, un antes y un después en nuestras vidas, pero hará falta mucho más para pararnos a nosotros, los fisioterapeutas, de ayudar a las personas que nos necesiten. La mascarilla y los guantes, entre otros nuevos utensilios para garantizar la seguridad durante el tratamiento, nos separan en distancia, no en ganas ni en corazón, y es ahora más que nunca, cuando las ganas y el corazón pueden ser determinantes.



Hasta hoy esta es mi historia, de la que he aprendido que el destino lo crea uno mismo, sí, pero que el destino puede terminar siendo otro diferente, e incluso mejor de lo que esperábamos, también.

¿Hace 1 año pensabas estar donde estas hoy? Probablemente la respuesta sea no, pero no significa que no estés donde tengas que estar, uno hace todo lo que está en su mano para labrarse un camino, y si ese camino termina por llegar a otro lugar, debemos acogerlo y recibirlo como una nueva oportunidad llena de luz, y darle la oportunidad de sorprendernos. 

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