Por Carmen Gloria Martín Tejera. Lanzarote.
…” ¿qué me copiaste en ti, que cuando falta en mí la imagen de la cima, corro a mirarme en ti? …” (Juan Ramón Jiménez)
Para hablar de mí, previamente y obligatoriamente tengo que hacerlo de cuatro mujeres que han dejado huella en lo que soy ahora.
Empezaré nombrando a mi abuela paterna, Doña Antonia Perdomo López, que ya por la década de los 40 se imponía a las modas de la época y era capaz frente a todas las ideas preconcebidas de ponerse unos pantalones, vestimenta impensable para mujeres de esos años. Mujer muy fuerte de carácter que hasta los hombres del pueblo le tenían miedo. Me cuentan que a los 16 años se escapó de su casa porque quería irse a la Legión, pero no lo consiguió (sobre el año 1930). Me acuerdo que en su casa tenía una caja de metal con una jeringuilla, ponía inyecciones a todo aquel que lo necesitara. Tal vez de ahí, viendo esa cajita desde pequeña, mi idea era estudiar enfermería. La recordaré siempre como una mujer fuerte de carácter, con ideas claras, muy elegante e independiente.
Mi abuela materna, Doña Teresa Duarte Cabrera, mi segunda madre. Mujer sabia, por sus vivencias. Me transmitió el amor por las tradiciones, la cultura, el valor de la historia. Siempre me contaba historias de su padre, de su abuelo, de su bisabuelo, de ella misma. Hoy sigo con su afición, colecciono antigüedades y conchas de mar. Nunca se aburría, siempre con un libro en la mano. La recuerdo diciéndome la importancia que tenemos las mujeres: la lucha por conseguir una simple aceptación (por parte del hombre) para ejercer el derecho fundamental de cualquier persona de este país de ejercer el derecho al voto, la independencia tanto a nivel social, económico como de ideales, o como ella decía “ser una mujer de provecho”.
Y mi madre, Doña Guadalupe Tejera Duarte, mujer amable y sacrificada que hace lo que puede por los suyos, cariñosa y atenta. Vivió en una época, en un pueblo, en una isla como era Lanzarote, marcada por la pobreza y las pocas posibilidades que había para ella. Con la ¨mala suerte” de ser la hija mayor que junto a su hermano tuvo que sacrificar parte de su vida (sus estudios) para que sus hermanos más pequeños tuvieran un futuro mejor. Desde pequeña, mi madre nos decía a mí y a mis hermanos, “ustedes estudien, que yo no pude”.
Me llamo Carmen Gloria Martín Tejera, hija de Benito Martín Perdomo, natural de un pueblo del municipio de Teguise, Mozaga e hija de Guadalupe Tejera Duarte natural de Tinajo.
Nací en la década de los 70, marcada históricamente por la caída de la dictadura y el comienzo de una nueva época para España, la democracia. Soy de Tinajo, pero muy pequeña nos vinimos a vivir a Arrecife, isla de Lanzarote, tierra de volcanes y de fuego. Empezaba la época del sector servicios y las capitales siempre ofrecían más oportunidades que los pueblos. Soy la mayor de tres hermanos, Lorenzo y Lucía. Fui la primera hija, la primera nieta, la primera sobrina.
Mi infancia y adolescencia transcurrieron entre Tinajo y Arrecife. Estudié la antigua EGB en el colegio público Adolfo Topham para pasar posteriormente al Instituto Blas Cabrera Felipe (el de arriba). Terminado el COU ya no cabían más posibilidades en la isla y toda mi generación y las posteriores hemos tenido que salir de casa, dejar nuestro hogar y comenzar los estudios universitarios en islas capitalinas o en la península. Diplomada en magisterio por la universidad de Las Palmas y posteriormente Graduada en primaria por la universidad Camilo José Cela. Parte de mi vida laboral la he dedicado a la educación en varios campos, dando clase directamente y en el ámbito sindical. Fui liberada sindical por el sindicato ANPE, el primer sindicato de educación en Canarias, donde otra mujer marcó mi camino, María Perera. Seis años de duro trabajo hasta que conseguimos hacer historia en esta isla. En las elecciones de 2018 fuimos la primera fuerza sindical en la isla. Conseguimos que los docentes insulares confiaran en nosotros. ¡Objetivo conseguido! Ahora he vuelto al aula. Con más ganas que cuando” lo dejé”. Apostando siempre, siempre, por una educación pública de calidad para todas. Transmitiendo valores necesarios para construir una sociedad más justa e igualitaria.
Casada y viviendo en Arrecife tengo a la mujer más importante de mi vida, mi hija, a la que educo en lo importante y el valor que tiene el conseguir lo que uno quiere y desea para ser feliz. Ella me enseña constantemente los pasos de esta nueva generación, es mi influencer.
Junto a estas cuatro mujeres que han marcado y marcan huellas en mí, mis abuelas y mi madre, matriarcas en sus familias que no consiguieron ser lo que deseaban por la época, la circunstancias, la vida, pero que fueron capaces de adaptarse para seguir adelante y mi hija que será lo que ella quiera ser como lo hice yo. De todas y cada una de ellas me he empapado, me he nutrido para conseguir, no ser su reflejo, ni mucho menos ser lo que ellas quisieron para ellas, sino soy el resultado, las vivencias, las ideas, los gustos, las ilusiones, los miedos, las esperanzas, …, de todas ellas. Muchas más mujeres que han pasado por mi vida, también han dejado huellas: mi hermana, amigas, compañeras, docentes, directoras. A todas y cada una de ellas decirles que ¡muchas gracias!
“…levantad los brazos hermanas, y hacedlo con toda vuestra fuerza por las que estamos, con furia por las que no están y con esperanza por las que vendrán.”