Por Marianela Delgado -.
Mi nombre es Marianela Delgado, pero las personas más cercanas a mi vida me
llaman Nel o Nela, dependiendo del nivel de confianza y cariño; pero no siempre
fue mi nombre.
Nos remontamos al año 1991, supongo que era septiembre, porque era el primer
día de cole. Ese día me di cuenta de que algo no iba como yo quería. Lo cierto
es que monté un escándalo tremendo, no entendía por qué mi babi era de vichy
azul y no rosa, o por qué mi madre no me dejaba llevar las muñecas al cole y
solo podía jugar con ellas en casa.
Mi refugio en el cole fueron los cuadernos, un lápiz del número 2 y una caja de
lápices de colores, con los que me pasaba el día dibujando mujeres tan bonitas
como las que salían en las revistas, como en realidad yo me veía. Ya os podéis
imaginar cómo fue mi paso por un colegio religioso, en el que todo lo que yo era,
era malo.
Mi adolescencia y juventud tampoco fueron un sueño hecho realidad, me
costaba muchísimo relacionarme con gente del colectivo, porque dentro del
mismo tampoco encajaba: un chico, con mucha pluma, extremadamente
femenino, no le gustaba a nadie o al menos nunca en serio. Entonces, desarrollé
un personaje masculino, con barba, con vello, musculado, con una falsa
seguridad en sí mismo, que me permitía relacionarme con otros chicos, tener
éxito entre ellos y jugar a ser una persona querida. Pero en la intimidad, delante
del espejo, sabía que yo no era aquello.
Tuve que cumplir 34 años para que mi pareja, el mismo chico que me había
conocido bajo ese personaje, me hiciese darme cuenta que todo era mucho más
hermoso cuando simplemente era yo misma.
Le estaré eternamente agradecida por haberme hecho dar el paso, con esa
seguridad que da la expresión “pase lo que pase, yo siempre voy a estar” y con
esa seguridad que da el apoyo de una madre.
A día de hoy tengo 35 años, llevo 10 meses en hormonas, y aunque la vida se
volvió literalmente una montaña rusa emocional, por primera vez sé lo que es
ser feliz, sé lo que es mirarme a un espejo y amar lo que veo. Aún queda camino
por recorrer, pero me centro en mi camino, intentando quererme cada día más,
en abrazar mis debilidades, y sortear las dificultades que la vida va poniendo.
Estoy en el camino de ser la mujer de mis sueños, y como dice la canción “I Am
Woman” de Helen Reddy: “He pagado el precio, pero mira todo lo que he
ganado”.
Pues que decirte, que gracias a Dios que te encontraste a esa persona que te ayudo a dar el paso y que sigas luchando, que te quiere muchísimo, cómo nosotros a ti y a mi hijo, que es tu amor❤️❤️