Por Sofía Albornoz González
Me llamo Sofía y ahora mismo estoy terminando el Grado de Psicología en la Universidad Fernando Pessoa. Podría decir que desde pequeña sabía que estaba destinada a ser psicóloga y que albergo esta vocación desde temprana edad, pero no fue así. Lo cierto es que cuando era pequeña no se hablaba mucho de esta profesión, por lo que, como cualquier otro niño, me visualicé en muchas profesiones. Quise ser policía, quise ser médico, quise ser muchas cosas, pero empecemos por el principio.
En mi familia siempre hemos sido cinco: mis padres, mi hermana y mi hermano. Mi madre siempre ha sido, y sigue siendo, el ancla de nuestra familia. Su carácter conciliador ayuda a mantener la estabilidad, aliviando posibles tensiones que puedan surgir entre nosotros. Además, es quien mejor nos conoce. Mi padre siempre ha sido el timón, dirige a nuestra familia a buen puerto. Siempre ha sido muy trabajador y procura que nada nos falte. Mis hermanos son mayores que yo, así que siempre, incluso ahora que tengo 22 años, se han preocupado por mí y me han cuidado. De todo esto se deriva uno de los valores que mis padres me han inculcado siempre: la importancia de la unión familiar.

Mi familia ha influido mucho en quién soy hoy en día, pero también tienen un peso importante otros hitos significativos en mi vida. Por un lado, tengo que destacar el deporte que me acompañó durante más de 14 años: el judo. Fui competidora, con todas las horas de entrenamiento, de competiciones y de viajes que vienen incluidas, por lo que este deporte me enseñó el valor del esfuerzo, la constancia del mismo para que se logren resultados y la importancia de una buena planificación para poder compaginar mis estudios con el deporte. De alguna manera, considero que el judo forma parte de mí para siempre. Por otro lado, creo que también ha tenido un peso importante la escritura. Con 14 años empecé a escribir. La adolescencia es una época de muchos cambios en la que resulta difícil gestionar las emociones que se experimentan, por lo que yo busqué refugio en las palabras. Ordenar las letras en un folio era una manera de organizar las ideas en mi cabeza y de canalizar todas mis emociones. Escribir supuso para mí aprender a realizar una mayor introspección, lo cual me permitió empezar a realizar cambios para ser esa persona que a mí también me gustaría encontrarme por la calle, lo que para mí era y es, una persona amable, dadivosa, divertida y empática.
De manera abreviada, Sofía es una chica joven con grandes aspiraciones. Una chica que considera que aprender de la experiencia de los demás es una herramienta muy valiosa. La misma que cree que ser capaz de hacer introspección y ver los aciertos/errores propios le permite a uno crecer como persona. También es una chica defensora del valor del esfuerzo y defensora de hacer ver a los demás lo que a ti te gustaría ver de ellos.

Ahora sí, ¿cómo llegué a estudiar Psicología? Pues ahora en retrospectiva diría que se me fue dado. Así sin más. En Biología siempre tuve fascinación por cómo se comunicaban las neuronas. En la calle, si alguien necesitaba ayuda, ahí estaba yo. En el ámbito personal, siempre indagaba en cómo me sentía y las posibles causas asociadas a dicha emoción. A pesar de todo esto, no fue hasta que “descubrí” la existencia de la Psicología del Deporte que no lo vi claro. Siempre me ha gustado practicar deportes, así que pensé que estaba hecho para mí. De todos modos, en los meses posteriores a mi descubrimiento, busqué vídeos que trataran temas relacionados con la Psicología y sobre egresados que contaran su experiencia en el grado. Cuando fui consciente de la insaciable curiosidad que despertaban esos vídeos en mí y de la rapidez con la que los consumía, lo tuve claro.
A falta de unos meses para terminar el grado puedo decir que Psicología es una carrera que abarca muchísimo. Cuando empecé la carrera nos dijeron que donde había una persona podía haber un psicólogo y no podría ser más cierto. Los psicólogos están en los deportes, en las empresas, en una clínica, en un tribunal, en un colegio, etc. La Psicología es una carrera preciosa que te da herramientas para ayudar a los demás y es que en eso reside su belleza. Tengo la certeza de que, si el trabajo no fuera indispensable para obtener un salario y cubrir las necesidades básicas, mis compañeros y yo lo haríamos desinteresadamente, por pura vocación. La psicología también te ofrece una perspectiva distinta del mundo. Esta “nueva perspectiva” es difícil de describir pero, si tuviera que hacerlo, podría decir que la Psicología, a mí en lo personal, me ha hecho interiorizar que en las personas y en todo lo que las rodea intervienen múltiples factores a tener en cuenta, por lo que procuro como persona no caer en visiones reduccionistas y tampoco en extraer conclusiones precipitadas acerca de una situación. Sin embargo, podría decir que el aprendizaje más valioso que nos aporta la Psicología es el cómo comunicarnos con los demás. Vivimos en una sociedad marcada por la inmediatez y la interacción digital, por lo que saber expresar nuestra postura sin invalidar la de los demás, así como ser capaz de expresar nuestras emociones de tal forma que el resto pueda comprender lo que nos afecta y cómo pueden apoyarnos, considero que es una forma de mantener viva nuestra humanidad. En definitiva, si estás leyendo esto y estás pensando en estudiar Psicología, te animo a ello.
Después de todo esto se preguntarán: “en este punto de mi vida, ¿a dónde me dirijo?”

Como mencioné anteriormente, estoy terminando el Grado en Psicología, concretamente me graduaré en Julio. Las ramas que más han llamado mi atención en estos años son la Clínica y la Neuropsicología, pero no descarto tener formación en el ámbito del deporte más adelante. En principio, el próximo curso empezaré el Máster en Psicología General Sanitaria que tengo pensado compaginar con trabajo. Estos años de carrera he estado trabajando en verano y en días puntuales en festivales, pero como el máster no es tan demandante, me gustaría adquirir mayor experiencia laboral. Como ya estaré graduada, preferiría empezar a acumular experiencia en el área de la Psicología, aunque no tengo problema en desempeñar cualquier otro puesto. Ahora soy joven, así que toda experiencia es bienvenida.
Mi meta más ambiciosa es ser reconocida como Psicóloga, pero si no ocurre, no pasa nada porque yo destinaré toda mi vocación y amor a esta profesión. Algo que tengo claro es que cuando haces las cosas con el corazón, finalmente se ve reflejado por un lado o por otro.
Ya para concluir y, como parte final de mi escrito, quiero hacer mención especial a mi padre. Desde que tengo uso de razón ha sido un referente para mí de lo que es el trabajo duro. Siempre me ha transmitido la importancia del esfuerzo y de trabajar por ser mejor cada día; de no quedarme a esperar las oportunidades, sino de moverme para buscarlas. Mi padre ha sido el primero en confiar en mis capacidades y gracias a él yo hoy puedo estar donde estoy, porque gran parte de su esfuerzo lo ha dedicado a darme el mayor regalo que alguien pueda tener: una educación superior y de calidad.