“DICEN QUE EL TALENTO TE HACE DESTACAR, PERO EL CORAZÓN TE HACE TRASCENDER”

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Por María Perera Vega (La Aldea)

Me llamo María Perera Vega y hace 51 años que vine al mundo en el seno de una familia numerosa en La Aldea de San Nicolás. Soy la cuarta de cinco hermanos. Desde el colegio, me encantaba la medicina, pero llegado el momento de la universidad, no nos podíamos costear tres matrículas universitarias, alquiler, etc. Estuvimos un año sin estudiar, trabajando en los cultivos familiares (tomates, hortalizas…) y cuidando cabras para salir adelante, pero mi madre siempre nos animó a seguir estudiando, a pesar de las dificultades. Por ello, en cuanto pude reanudar mis estudios universitarios, me decanté por la Enfermería, una carrera más corta pero más intensa.

En 1992, nada más terminar, me vine a La Aldea a trabajar. Tengo un Máster en Medicina de Urgencias y un Experto Universitario en Enfermería de Urgencias y Emergencias. Esto fue determinante, cuando la vida me dio la oportunidad de ir a brindar mi ayuda allí donde se necesitaba. Estuve en Galicia, con los voluntarios canarios, recogiendo chapapote en 2003. En 2005, me fui dos semanas a Indonesia tras el Tsunami (la experiencia más dura) y estuve tres semanas en Guatemala, después del Huracán Mitch. En 2014, me fui un mes y medio a Filipinas, tras el Tifón Yolanda (la más larga). Y el año pasado me fui dos semanas a Gambia, para elaborar un proyecto de salud para la O.N.G. Aborigen View.

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Todo ello, con permisos sin sueldo y a veces corriendo yo con parte de los gastos. No todo fue color de rosa. Hubo momentos de alegría, pero otros muy duros, que se te graban en el alma para siempre, sobre todo, cuando, a pesar de nuestros esfuerzos, se apagaba la vida de algún niño por las condiciones que les tocó vivir.

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Estas experiencias te cambian la forma de ver la vida y te enseña a valorar la suerte que hemos tenido de nacer y vivir en nuestras islas. Mi última ayuda voluntaria fue en el incendio que afectó a Tasarte en febrero de este año. Tras atravesar el fuego, una compañera y yo pasamos el día atendiendo a las personas evacuadas en la playa, hasta que se pudo ir saliendo de allí.

En el Centro de Salud, asumí la Subdirección y Dirección de la Zona Básica, desde 1999 hasta 2006. Luego me fui a trabajar como Enfermera Coordinadora a la Sala del 112 durante 4 años, tras los que volví a La Aldea, donde espero jubilarme.

Aparte de todo ello, soy componente del Proyecto de Desarrollo Comunitario desde sus inicios. Toco la bandurria en el Grupo Folclórico. Las personas mayores de nuestro pueblo nos han trasmitido muchas enseñanzas de vida. Con ellos he aprendido muchas cosas, por ejemplo, acerca de las Cabañuelas, una costumbre ancestral de las gentes del campo y que, con un grupito de amigos, sigo poniéndolas en práctica.

Por todas estas andanzas, en 2018, mi Aldea querida me concedió la Insignia de Oro del municipio, de la que estoy muy orgullosa y agradecida.

Dicen que la vida no se cuenta ni en minutos ni en años, solamente en momentos. Dicen que el talento te hace destacar, pero el corazón te hace trascender.

En mis ratos libres me encanta caminar por nuestros senderos y montañas. En cada lugar se esconde alguna curiosa historia que he ido rescatando. Me encantan los misterios y tengo una recopilación de historias curiosas de nuestro pueblo, que espero poder publicar a medio plazo. ¿Y otros proyectos futuros? Las experiencias que la vida me vaya poniendo en el camino, hasta que este se acabe, y, cuando ese día llegue, diré que viví, disfruté y aprendí de todas las que pude.

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