Dras.ElenaMartínCordero,YaizaLópezTubío y AnaElenaPonceGarcía
Hoy, desde nuestra perspectiva de mujeres sanitarias, queremos tratar un tema que desafortunadamente poco tiene de novedad.
La violencia de género (VG) ha existido y existe en nuestra sociedad, con frecuencia invisible y normalizada, generando un daño importante en las mujeres que la sufren. En su mayor parte, esta es ejercida por parejas o exparejas, incluyendo y generando también perjuicio a sus hijos/as.
Aunque la violencia más evidente sea la física porque “se ve”, existen otros tipos: sexual y psicológica, siendo esta última la más frecuente y la más oculta.
La VG no “entiende” de culturas, clases sociales ni etnias; no presenta un “perfil tipo”. Así, cualquier mujer a nuestro alrededor puede ser víctima de VG. Además, hay grupos especialmente vulnerables, como mujeres migrantes, embarazadas, de edad avanzada, aquellas que viven en el medio rural, que presentan algún tipo de discapacidad o adolescentes, entre otros.
Estas mujeres viven muchas veces un ciclo de violencia que está formado por tres fases diferenciadas que es importante conocer. En primer lugar, una fase de tensión en la que van surgiendo pequeños conflictos cotidianos (por ejemplo, un plato de comida que esté fría, una camisa mal planchada…). En segundo lugar, una fase de agresión, donde se descarga la tensión acumulada en la fase anterior por medio de violencia física y/o verbal. Por último, existe una fase de calma o “luna de miel”, donde el agresor realiza una manipulación afectiva (da regalos, hace promesas, pide disculpas…) para compensar el daño ocasionado. De esta manera, este ciclo se va repitiendo y empeorando cada vez, creando en la mujer una anulación y falta de autoestima y seguridad, además de sentimientos de miedo, culpa o vergüenza.
Sabemos que existen diferentes sistemas implicados en este tema (educativo, judicial, la propia sociedad…). Como médicas que nos enfrentamos a estas situaciones, queremos exponerles a continuación las diferentes opciones que tenemos en nuestra mano para las mujeres que estén sufriendo esta compleja situación:
-Acudir a la consulta de su médico/a. Este constituye un espacio seguro y confidencial donde escucharemos con empatía lo que la mujer desee contarnos para ayudarla, respetando sus decisiones. Se trata de crear un clima de confianza donde podremos apoyar, acompañar y realizar un seguimiento. De la misma manera, ofreceremos recursos de ayuda a nivel del centro de salud (con otros profesionales como enfermería, trabajo social, pediatría…) u otros recursos externos.
-Por otro lado, si la mujer tuviera la sensación de estar en peligro extremo (vital, incluso) o es víctima de una violación, sería recomendable alertar al 112 o acudir al centro de urgencias más cercano lo más pronto posible. Allí, podrá contarnos al personal sanitario lo que le ha sucedido, quienes nuevamente escucharemos y decidiremos con ella el procedimiento a seguir de manera consensuada, procurando conseguir el mayor beneficio para su salud.
Con toda esta información, pretendemos alentar y recordar a todas las mujeres que padecen o creen padecer algún tipo de VG que los centros de salud, entre otros, son lugares seguros donde nos encontramos profesionales dispuestas a escuchar, respetar y acompañar en este difícil proceso. También queremos invitaros a compartir este texto, especialmente si conocéis a alguien que pueda estar sufriendo esta situación.
Ojalá pronto todas las mujeres disfrutemos de la mejor salud posible libre de violencia machista. Estaremos para acompañarlas, si así lo desean.