Cristina Ramírez Santana (Cabo 1º de la Guardia Civil): “Nuestra premisa es la satisfacción del deber cumplido”

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Lleva casi media vida enfundándose el uniforme de la Guardia Civil, lo que, además de un orgullo, “es un respeto y una responsabilidad”. Y aunque la gente ya no se sorprende tanto de ver a mujeres en este cuerpo, lo cierto es que, en su puesto concreto como jefa de destacamento, es la única en toda España, donde, además, solo hay tres conductoras. 

Su brillante trayectoria, reforzada con su licenciatura en Psicología y Máster en Sexología, orientación y terapia sexual, lo que le ha aportado técnicas para autocontrolarse en las situaciones extremas y saber tratar a todo tipo de personas, es motivo de orgullo para su familia y, en especial, para sus hijas, que quieren seguir sus pasos. 

No obstante, reconoce haber visto su ilusión reflejada a través de los ojos de la pequeña cuando, paseando por 7 Palmas, vieron un cartel con su foto en una academia en la que forman para la Guardia Civil: “¡Qué sorpresa, mami, eres tú!”, le dijo entonces y le sigue repitiendo cada vez que pasan por allí, porque “al final somos niños y no nos damos cuenta”. “Me parece bellísimo haber vivido eso con mi hija”, asevera. 

Para Cristina, esta actividad profesional es “una vocación” que siempre le ha acompañado, desde que vivía en la calle donde se encuentra la Guardia Civil en La Aldea de San Nicolás, aunque su desempeño profesional empezó en el ejército, justo en el mismo sitio donde su padre hizo el servicio militar, coincidencia que repitió con orgullo durante su estancia allí. 

De su etapa en el ejército, confiesa que jamás olvidará “lo vivido” como conductora de vehículo pesado en una Misión de paz con la OTAN en Kosovo, ya que la base española estaba ubicada en Macedonia y debía trasladar la mercancía que llegaba en barco desde España a Tesalónica (Grecia) hasta Istok (Kosovo). 

Así como tampoco podrá borrar de su memoria lo experimentado durante su primer destino con la Guardia Civil, cuando la enviaron durante los meses de verano a Barbate (Cádiz) recién salida de la Academia: “Allí aprendí muchísimo porque vi de todo”. Seguidamente, regresó a Gran Canaria, donde terminó su año de prácticas en Vecindario, para pasar, a continuación, al núcleo de servicios e intentar ascender, lo que vuelve a desplazarla a la península, concretamente a Guadalajara, ya como cabo. 

Después de un tiempo, regresa “por obra divina” a La Aldea, donde permanece dos años: “Las anécdotas que tengo de esa etapa no son buenas, porque hubo desaparecidos, accidentes, fallecimientos… y eso me ha costado digerirlo, porque son personas que conocía desde que era una niña”, al tiempo que añade: “Todavía hago seguimiento de las víctimas de violencia de género aldeanas para saber cómo están, porque no dejan de ser mujeres con las que tú te has criado, dado que en La Aldea nos conocemos todos”. 

Y de su municipio pasa a Santa María de Guía, donde el antiguo jefe la convence para que pida una comisión de servicios para ejercer en la comandancia, en el destacamento material móvil: “A final de 2016, me proponen para el curso, paso la fase a distancia y, embarazada de 4 meses, me voy para Madrid a hacerlo, porque tenía una parte práctica y otra teórica”. “Fui la única mujer en esa formación y, a día de hoy, solo hay tres conductoras en toda España, así como soy la única jefa de destacamento a nivel nacional”, destaca. 

Desde 2018, combina la oficina con la calle, ya que “todos los días pueden aparecer servicios de traslado de presos o mover personal… y, en lo que respecta al trabajo en la oficina, que es bastante amplio, tenemos que llevar un control exhaustivo del consumo de carburante, así como tenemos que revisar que los trabajos en los talleres se estén haciendo de manera óptima”. 

En lo referente a su condición de mujer, subraya que nunca ha sufrido un trato discriminatorio en su entorno laboral, sino “más bien todo lo contrario: nos han cuidado mucho”. Por ello, anima a las mujeres que quieran acceder a cualquier cuerpo a que “conviertan el propósito en realidad, porque realmente no hay obstáculos”. 

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