Por Josefa Molina Rodríguez (Gáldar)
Mi nombre es Josefa Molina Rodríguez. Nací un 20 de mayo de 1969 en Barquisimeto, la ciudad de los bellos atardeceres de Venezuela, país al que mi madre, Andrea, y mi padre, Emilio, decidieron emigrar allá por los años 50 del pasado siglo, en busca de una oportunidad de vida mejor. El país latinoamericano les acogió y les brindó la oportunidad de labrarse un futuro, pero la magua de la tierra natal es poderosa y, cuando contaba con apenas año y medio de vida, y balbuceaba mis primeras palabras, toda la familia regresó a su ciudad de origen: Gáldar. Marcharon dos, regresamos seis, siendo yo la más pequeña de cuatro hermanos. Por eso no entiendo de fronteras y por eso, amo a Latinoamérica y a sus gentes, a pesar de que nunca después he tenido la oportunidad de volver a pisar suelo guajiro, pero les confieso que aún hoy, igual que mi padre lo hacía mientras vivió, me emociono al escuchar la ‘Madrugada llanera’ de Juan Vicente Torrealba.
En el pueblo de mis ancestros, la villa y corte de las Guayarminas y los Guanartemes, he pasado el resto de mis 51 años, exceptuando los 11 que residí en otra de esas ciudades a las que siempre deseo regresar, Madrid, y en la que procuro perderme una o dos veces al año. Por cierto, que esta detestable pandemia no ha hecho más que acrecentar mis ansias por recorrer las calles de mi querida ciudad de los Austrias. Allí estudié primero Sociología, luego Periodismo, ambas en la Universidad Complutense; allí aprendí a trabajar para mantener un piso y pagar las facturas, allí conocí la amistad de personas que nunca se pierden y allí me enamoré del padre de mis hijos. Todo regresó conmigo a Gran Canaria cuando comencé a trabajar en la que sería mi profesión, el periodismo.
El amor por las letras y los libros siempre estuvo ahí, latiendo de forma soterrada hasta que, un mes de agosto de 2015, dio un paso más para convertirse en una agrupación de escritoras y escritores. Así nació la Asociación de Escritoras y Escritores ‘Palabra y Verso’ (palabrayverso.com), grupo de creadores de distinta procedencia y trayectoria vital y literaria, cuya presidencia tengo el honor de ostentar desde su nacimiento. Después llegaron la publicación de mis primeros poemas y relatos, y de mi primer poemario ‘Inflexiones’ (Playa de Ákaba, 2017), al que siguió ‘Los versos de las Caracolas’ (2019), que comparto con textos de la poeta Isa Guerra e ilustraciones del pintor Felipe Juan, y mi primera novela, ‘Ideales perdidos’ (2020), finalista del premio literario Multiverso, que cuenta con una maravillosa portada de la pintora y poeta Irma Ariola Medina.
Mi labor como creadora de la palabra ha sido reconocida con la Doble Mención honorífica en el I Certamen de Relatos Cortos organizado por el colectivo Tagoror, en su edición 2015; el premio como finalista del I Certamen de Relato Corto Pluma de Cigüeña, convocado por Piediciones, en 2016; el segundo premio en el concurso de relato corto Espacio Ulises-Playa de Ákaba 2018 y la clasificación como obra finalista en el Premio Literario Multiverso 2019. Además, cuento con poemas y relatos publicados en diversas antologías de prosa y poesía editadas por Playa de Ákaba, ‘Perdone que no me calle’, ‘Mujeres 88 poetas canarias’, ‘Escritos a Padrón’ y ‘Jornadas de la Ermita’.
Toda esta actividad la compagino con mi labor profesional como periodista, así como con otras actividades como la dirección de la Charla literaria ‘El Ultílogo’ y del programa de radio literario ‘De la Palabra al Verso’, que se emite en Radio Gáldar, además de colaboraciones en revistas culturales y literarias, y en diversos medios periodísticos digitales.
Soy una defensora de la igualdad efectiva entre mujeres y hombres e intento llevar a cabo una labor de difusión dirigida a visibilizar la labor de la mujer en el ámbito de la literatura. Vivo el compromiso con el feminismo desde el activismo personal y diario, porque comparto la premisa, aplastante y cierta, de que quien no es nombrado, no existe. Y todas tenemos algo que aportar que nos enriquezca como personas, como sociedad. Creo en el apoyo mutuo, en el asociacionismo y en la colaboración porque remar juntxs en la misma dirección nos lleva siempre, siempre, mucho más lejos.
Si quieres conocer algo más de mi producción literaria, puedes visitar mi blog: josefamolinaautora.com.
Poemas
Efímeramente eterna
Pretendo enredarme
en el verso
que me vuelva añeja
Decorar con cenizas
mi vana mortalidad
Enturbiar las entrañas
con exhausta melancolía
Arrebatar un lamento
al viento y que se expanda
Pretendo encender
luces remendadas de estrofas
Curiosear entre las perdidas
esquinas de un libro
Descalzar mis palabras
en tu altiva espalda
Subrayar en tinta azul
mi inexistencia
Y quedar así
– efímeramente eterna-
pegada a tu metáfora
Sangre
Me huele la carne a sangre
Suspiros líquidos que se pierden
entre mis piernas
Me huele la piel a vida
Quebranto mudo de mis vísceras
Me huelen las manos
a coágulos de nada
Grupos de no nacidos
Limbos de seres inciertos
Ovarios que se limpian
y reverdecen
Me huele la boca a
saliva húmeda
dientes que aprietan y duelen
castigo de hormonas en ebullición
Me huele el cuerpo a sangre:
un nuevo ciclo lunar recorre mis venas
Regresas
Regresas como quien
perdió la certeza tras
la esquina
Regresas temblando
de pasado,
hastiado de presente
Regresas sin contar
con más ofrenda
que tú mismo
Regresas con vacuas promesas
y lánguidos quebrantos
Regresas aún sintiendo
que se puede volver
a la senda perdida
Regresas al templo vacío,
A la casa hueca,
A la plaza desnuda,
A la desnuda tierra
Regresas a donde no hay
fronteras
ni pieles sin cicatrices
Regresas a lo imposible:
al ayer de una tarde de domingo
Regresas cuando todos
– cuando el manto
cuando la luz
cuando la mesa
cuando las flores
cuando todos-
ya se han ido
Regresas
cuando todo
se ha perdido.