CATARSIS

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Por Myriam López 

¿Has oído alguna vez eso de que las criaturas, al nacer, vienen con un pan bajo el brazo?

En mi caso, llegaron con dos despertares.

Soy Myriam López, Técnica de Igualdad y escritora de novelas feministas. ¿Cómo llegué a serlo?

Todo empezó el día que supe que estaba embarazada de una niña.

Mi vida pasó en un instante ante mis ojos, recordando lo que en ella había sufrido a consecuencia de ser una mujer. No quería que mi hija pasara por esas mismas situaciones.

Algo me hico «clic» en ese momento, y empecé a leer mucho sobre teoría feminista. Quería que ella tuviera los recursos que yo siempre eché en falta.

No todo quedó ahí.

A punto de cumplir su primer año, la empresa en la que trabajaba desde hace más de seis años decidió emprender su campaña de acoso para que me fuera. Sus palabras textuales fueron:

«Nos gustaba la Myriam de antes de ser madre».

Tras mi marcha, con demanda de por medio, decidí que quería tomar otro rumbo.

Ya no sólo quería que mi hija sufriera las consecuencias de vivir en una sociedad patriarcal. No quería que ninguna mujer las sufriera.

Es verdad que hemos recorrido un camino hacia una sociedad más feminista, pero todo tiene vacío legal y esta igualdad dista mucho de ser real. Algo tenía que hacer.

Empecé a formarme para poder ejercer como Técnica Superior de Igualdad de Género.

A mitad de ese camino, conocí a la que se convertiría en mi socia.

Ella tenía una idea: quería montar una empresa basada en la economía social, y con la cual promocionaríamos la igualdad entre mujeres y hombres.

Pero a esas ganas de arrancar nos llegó, unos meses después, algo con lo que no contaba nadie: la pandemia por la COVID-19.

Aunque las cosas no iban del todo mal, te puedes imaginar cómo fue la situación con una empresa recién arrancada, nada conocida, y encima feminista.

Con el tiempo, mi cuerpo empezó a enviarme señales de que algo no estaba bien. El estrés se hizo crónico, se convirtió en ansiedad y, finalmente, acabó en ataques de pánico.

Dentro de esa vorágine, ocurrió algo que me hizo sentar la cabeza, obligándome a parar: estaba embarazada de mi segundo bebé.

Con mucho miedo ante la situación que se presentaba, decidí dejarlo todo.

Inicié un periodo de búsqueda, de trabajar mucho el autoconocimiento, meditar… Y, cómo no, retomé algo que me encantaba y había dejado aparcado hace años: la escritura.

Al principio escribía todos mis pensamientos, lo que se me iba ocurriendo en ese momento presente.

Luego relatos cortos.

Y, al final del embarazo, pensé que era el momento de escribir la que se convertiría en mi primera novela, «Memoria sin rastro», una historia de superación de una chica víctima de violencia sexual bajo sumisión química.

Por eso digo que mis criaturas han venido con dos despertares. Han puesto mi mundo patas arriba, pero me han salvado la vida. Me han hecho reflexionar, cuestionarme todo. Pero también, me han sanado y reconstruido. Soy una mejor versión de mi misma gracias a ellos.

Desde entonces, mi activismo va dirigido a estos puntos:

  • Concienciar, porque la entrada del feminismo en la vida de una mujer se produce a partir de un despertar de la conciencia feminista. No vuelves a ver el mundo del mismo modo en el que lo hacías antes.
  • Inspirar, porque mis historias están basadas en hechos reales, de situaciones que sufrimos las mujeres a diario. Conocer estas historias te harán reflexionar y te van a hacer ver que no estás sola.
  • Empoderar, porque, una vez abiertos los ojos, ves todo lo que nos silencia y nos oprime, empiezas a reclamar el lugar que te corresponde en el mundo. Tomas las riendas de tu vida y te empoderas.

¿Qué me dices, compañera? ¿Me acompañas?

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