Camino de cumplir los “50”, cifra simbólica para mí, pues mi madre no llegó a cumplirla…

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Auri Saavedra.

Es como cerrar una etapa y abrir la puerta a nuevos sueños, dejar atrás una pesada carga: el duelo e intentar hacer aquello que ella hubiera querido hacer en su vida, olvidando en muchas ocasiones, la mía…demasiado tiempo de sufrimiento, ha sido duro, muy, muy duro vivir sin ella…

Su vida marcó la mía y su enfermedad nos acompañó durante dieciocho largos años; lejos de ser un número de connotaciones negativas, nos proporcionó un tiempo que otras muchas personas no pudieron disfrutar y por tanto, cada día era un regalo.

Su lucha por seguir con nosotros, hizo que muy joven aprendiera a valorar la vida, conocer de cerca la muerte y llegar a un acuerdo cada mañana, hasta que llegó el terrible día en el que me sentí morir con ella, mi mejor amiga, mi confidente y el ser humano más maravilloso que jamás he conocido se despedía y nunca más podría abrazarla…

No entendía el por qué ella y no yo o cualquier otra persona, por qué enfermaba una mujer tan buena, que había sufrido tanto y empezaba a ser inmensamente feliz con su familia el punto de no conocer siquiera el rostro de su primera nieta por escasos meses…la vida es inexplicable y hay que aprender a navegar en aguas turbulentas.

Dieciocho fueron también los años que mi primer perro, Tobillo, mi gran AMOR, me brindara y fue gracias a él que pude seguir viviendo, dar un sentido a este mundo y mitigar mi dolor; él se negaba a comer si yo no lo hacía, se negaba a salir si yo no me levantaba del sofá y lo acompañaba, se negaba a moverse de mi lado… fue cuando comprendí que mi sufrimiento, lo estaba consumiendo y cuidar de él era mi responsabilidad, no podía permitir fallar a semejante lealtad y sobre mi conciencia no podría estar su perdida por mi egoísmo, pasar mi duelo no era excusa para consentir su pena, yo elegí que formara parte de mi vida y no tenía ningún derecho a permitir semejante maltrato, es lo que haría una madre, ¿no creen?…así es, Tobillo era y será siempre mi perrijo.

Inquietud, podría ser un adjetivo con el que me siento cómoda, esa voz interior que no calla, unas veces exigiendo que recrimines a quien no se levanta para ceder el asiento a una persona que lo necesita más que tú, otras suplicando que vuelva a intentar levantarme a pesar de los golpes, porque muchos inocentes dependen de ti, ¿no han sentido nauseas con el maltrato infantil, animal o cualquier otro?…yo a diario, siempre sintiendo ese malestar que nos mueve a mejorar lo que no nos gusta.

Tan inquieta como para formar parte del voluntariado de varias asociaciones activistas desde muy joven, hasta que con dieciocho años me nombraran presidenta de la asociación juvenil Yoñé en La Garita, linda etapa donde poder desarrollar esas ganas enormes de transformar el mundo en un lugar mejor. 

¿Cómo llego a donde estoy?…

Pronto descubrí que el Trabajo Social era la conjunción perfecta a mis anhelos por un mundo mejor, un poco de derecho civil, otro poco de sociología y mucho patear las calles, para tratar de entender este complejo sistema de convivencia, que aún no comprendo…

Varios fueron los proyectos en los que participe como Trabajadora Social, infancia y familia, prevención frente a las enfermedades de transmisión sexual o las drogodependencias, pero fue en mayores donde me rompí literalmente, yo nunca tuve la oportunidad de ver a mi madre envejecer y vivir el abandono de tantas personas mayores, su soledad, tristeza, súplicas de escucha…me destrozó. Las residencias de mayores o en muchos casos, “los cementerios de elefantes” son un horror, la falta de personal y material, un par de guantes por turno, las promesas incumplidas de la entrada del personal suficiente, las mentiras a las familias por parte de la dirección sobre el estado de sus familiares, me llevaron a cubrir las carencias personalmente de la costura de la identificación de la ropa, los trabajos de lavandería, de las auxiliares que faltaban, para tratar de dar dignidad hasta que llegaran los refuerzos, pero nunca llegaron hasta que perdí más de veinte kilos y enfermé de rabia y frustración, formulé una queja formal donde correspondía junto a mi dimisión y me ofrecieron un ascenso por mi silencio…asco lo que sentí y hoy pienso en hogares compartidos para el futuro con mi marido…

Mantenerme al día es una prioridad para mí y al terminar la carrera, cursé varios estudios y expertos universitarios, en Mediación Familiar y Participación Ciudadana así como una amplia gama de cursos de Educación Canina, Gestión del Comportamiento y Terapia Asistida con Perros todo ello alternando trabajo y horas de clase, no fue fácil hacer guardias de doce horas en el hospital Dr. Negrín y salir corriendo a la facultad o juntar días libres para viajar a Madrid a realizar intensivos de quince días donde dormir era un lujo, pero si quieres dar lo mejor, debes prepararte a conciencia y sacrificar cuestiones superfluas. Fue entonces, cuando ya consideré tener la formación suficiente para lanzarme a por mi gran sueño, mi vocación…

EL BIENESTAR ANIMAL EN CANARIAS

…pero una vez más debía decidir ¿qué sacrificar? Y renuncié a mi zona de confort laboral, dejé mi seguridad económica en el sistema canario de salud en dos ocasiones, la primera para cuidar de mi madre en sus últimos años y la segunda para crear AuriCan, una entidad social de servicios de Peluquería, Educación, Terapia, Guardería Canina y Acción Social Familiar, donde todo ingreso, una vez cubre gastos, se invierte en el Refugio de más de 200 animales entre perros y gatos,  mi particular manera de abrir una ventana al mundo de la cruda realidad del maltrato animal en Canarias, que dejaran de ser invisibles y poder denunciar para mejorar…

No fue sencillo, pero en la vida hay que formarse, planificar la estrategia y arriesgar la comodidad por complicarse la vida por los demás…otra vez la inquietud.

Juntamos los valores heredados de mis padres, la lealtad de mi perrijo Tobillo y mis ganas de transformar el mundo y llegamos al día de hoy, más de veinte años luchando por LOS DERECHOS DE LOS ANIMALES, por dar VOZ a quienes tratan de silenciar su dolor, de ocultar su maltrato, de quitarles su DIGNIDAD como seres sintientes.

Tras muchos años enviando a otros lugares de Europa, perros en busca de una familia que les hiciera sentir el amor que aquí les negaron, descubrí que no era suficiente si no se ponían los medios en nuestra tierra para dejar de sentir vergüenza de la realidad, más de diez mil animales abandonados al año en Canarias.

Comencé por los centros de educación infantil y primaria para prevenir y descubrí que si bien es importante, no son los menores quienes maltratan, ellos sólo son el vivo reflejo de sus adultos irresponsables…llegada una edad, a los humanos se les activa un gen que he descubierto, el gen de la estupidez, todos nacemos con él, pero no todos permitimos su desarrollo, no encuentro otra explicación para dejar de respetar y maltratar.

Y aún así no era suficiente, aquella voz interior seguía insistiendo:-“para mejorar las condiciones de los animales en Canarias, es necesario estar dentro donde se toman las decisiones”…y llegó el momento de un camino ingrato, dentro de las instituciones públicas, donde te buscan y utilizan por ser activista para lograr votos y luego pretenden silenciarte, una zona donde navegas por aguas turbulentas, donde ni los “malos” son tan “malos”, ni los “buenos” son tan “buenos”, ¡Ay, las etiquetas! Que fácil se ponen y cuanto tiempo te acompañan sin permiso.

En la vida pública he conocido a mucha gente buena, pero también el rostro de la maldad, que tiene nombres y apellidos… donde se mancilla la POLÍTICA del bien común, a favor de las pseudo políticas del bienestar personal, donde debes aprender a manejar los tiempos y digerir las víctimas colaterales y ciertamente se paga un precio muy caro al restar tiempo a la familia…no cumplieron las promesas y no quería ser cómplice, renuncié a mi cargo de concejala, entregué mi acta y mi sueldo porque preferí dormir por las noches con la conciencia tranquila.

Una vez logrados ciertos objetivos, será la hora de virar el rumbo; camino de los cincuenta…cerrar etapas y perseguir nuevos sueños…quiero ESTAR con mi familia, entendiendo como parte de ella a mis abuelos, mi padre, hermanos, sobrinos, perros, gatos y ponis…me gusta el aroma de las flores…cerraré los ojos, escucharé a mis silencios, dejaré que el resto de los sentidos me guie, buscando colores en el viento.

Si mezclamos las experiencias vividas, la herencia de mis padres y mi cosecha, da el resultado de lo que soy en la actualidad, una composición compleja y con la que no es fácil convivir, por ello agradezco la paciencia, comprensión y compañía discreta y silenciosa de mi compañero de viaje, David es quién me hace sentir libre y capaz de realizar cualquier sueño.

No quisiera despedirme si agradecer a Gema Díaz Díaz la oportunidad de plasmar este relato, un pedacito de mi historia,  mi pasión por la escritura hizo el resto, espero la disfruten y les haga reflexionar sobre lo importante y no dejar escapar ni una sola oportunidad de ser cada día mejor persona; mañana, quizás sea tarde

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