Por Ruth G. Velázquez
Escalofriante es escuchar en repetidas ocasiones (más de las que me gustaría): “Tendría que haber aguantado hasta que me pegara, para que me crean, para que no me juzguen y me cuestionen, supuestamente quienes me van a proteger”.
Este pensamiento y sentimiento de miles de mujeres que sufren Violencia de Género es el detonante de la frustración y de impotencia de muchas/os profesionales que verdaderamente SÍ estamos especializadas/os y SÍ creemos a las víctimas, sin necesidad de ver violencia física.
“El opresor no sería tan fuerte si no tuviese cómplices entre los propios oprimidos” (Simone de Beauvoir)
Tras la experiencia y bagaje profesional, añadiría a la sabiduría de Simone que el opresor, el maltratador, el victimario tampoco se sentiría tan fuerte, tan impune a la violencia que ejerce, si no existiera la Violencia Institucional, si no contasen con cómplices dispuestos/as a mantener silencio, a familiares mirando para otro lado, minimizando actos evidentes de violencia psicológica, económica…
Escuchar, sostener y acompañar a víctimas de Violencia de Género evidencia que sus voces son denuncias sin paliativos de un Sistema Policial, Judicial que, pese a los esfuerzos legislativos desplegados en estos años desde la Ley Orgánica 1/2004, posterior a la Ley 16/2003 en la Comunidad Autónoma de Canarias, aun así, todavía pesa toneladas el sufrimiento, la revictimización y el infierno al que someten a las víctimas. Razón por la que es muy habitual, cada día más, que no quieran denunciar o se arrepientan de haberlo hecho y aconsejan a otras que no lo hagan, por protegerlas ante la decepción de un sistema que las deja vendidas y las arrojan a las consecuencias terribles que se pueden dar.
“El sistema me ha dejado sola, me han dejado tirada”
Las víctimas tras vivir calvarios y estar sumergidas en un mar de violencia de toda índole, tal vez siendo conscientes de ello o no, pasan sus días viendo noticias continuas de un nuevo feminicidio haciendo estragos en sus cabezas.
Por otro lado, ven campañas destinadas a la prevención y protección de mujeres víctimas de Violencia de Género como el 016, Mascarilla 19, carteles en el Centro de Salud, en los Centros Educativos de sus hijos/as en caso de tenerlos, en los carteles de las paradas de guagua, en la farmacia, en el supermercado, en el Punto Violeta de la fiesta del lugar donde vive. Tal vez por iniciativa propia, porque ya detectó el maltrato que sufre, porque sus hijos/as se lo hacen ver, por recomendación de su doctor/a de medicina general, por consejo de su amiga/o que la ve morir en vida, por un comentario de la mamá del cole que la observa cada día o el de la dependienta donde compra, o el de la auxiliar de la farmacia, por sentirse identificada en un testimonio de otra mujer, por ver el monólogo de Marina Marroquí “Eso no es amor”, la actuación de Pamela Palenciano en “No solo duelen los golpes”, por la intervención de la persona que le ha ofrecido asistencia integral en un servicio de atención a víctimas…
Son muchas las vías por las que puede confirmar o detectar que es víctima de Violencia de Género y decide tras mucho pensarlo ir a interponer denuncia…
En este momento acaba de abrir la puerta del infierno del que nadie le ha dicho nada, si no corre con la dicha de topar con personal policial, con defensa y personal judicial que verdaderamente tengan la especialización en atención a las víctimas, lógicamente 20 horas, ni 60, ni 120, te convierten en profesional especializado.
De resto, la víctima, ¡¡¡llegará a sentir y pensar lo mismo que miles de víctimas y es que el sistema las ha dejado solas y las han dejado tiradas!!!
“Son muy pocas, ante el gran número de víctimas, las que sienten que han sido escuchadas, protegidas y acompañadas”
Justo es este, el momento de mayor vulnerabilidad, quienes debían protegerlas, no las creen, deslegitiman sus pruebas, las cuestionan, las revictimizan una y otra vez sin piedad, plasman en negro sobre blanco una denuncia, una defensa y una sentencia vergonzosa que las devuelve como si de un cohete se tratara, al punto de partida, sin protección, convirtiéndose para ellas en un momento que las colma de debilidad, de peligro, momentos en los que se sienten culpables, sin serlo, aumentándoles el trauma y cuestionándose lo fuertes que son.
¿Por qué tienen que pasar por esto muchas mujeres que deciden dar el paso de denunciar? ¿Por qué se tienen que enfrentar a la osadía de profesionales que no están especializados/as en atención a víctimas de Violencia de Género?
Aesto, hay que sumarle el hándicap de que el maltratador no se trate de un personaje público con presencia social impoluta, un policía, un político que se da golpes de pecho, defendiendo el feminismo y la protección a las mujeres, un empresario con poder o el típico de mayor poder adquisitivo que la víctima, entonces dejará de ser el infierno, pasando a ser el tenebroso pasadizo sin salida para ellas y sus hijos/as. Pocas, muy pocas son, ante los altos porcentajes actuales, las que cuentan con un camino duro, eso sí, donde se han sentido escuchadas, creídas, protegidas, arropadas, sin sentirse solas, han tenido la suerte de llegar a las manos de quien Sí otorga lo que la legislación contempla, dando valor a su profesión, labor y cometido.
Es aterrador y frustrante que, a día de hoy, con legislación, recursos y herramientas, se continúe careciendo de un Sistema íntegro, efectivo, real, que ofrezca auténtica seguridad, protección para TODAS las mujeres y sus hijo/as, en caso de tenerles, sin excepción alguna, que no sea cuestión de suerte, el acudir a un lugar seguro, donde prime el cumplimiento de lo que establece la legislación.
“Víctima de Violencia de Género puede ser cualquier mujer, desde una ama de casa, hasta una jueza, una adolescente… una víctima puede ser cualquiera de nosotras”
Es muy común, el hecho que socialmente se considere que solo las mujeres que se encuentran en situación de exclusión social, mujeres dependientes emocional o económicamente sean las únicas que pueden ser Víctimas de Violencia de Género, cierto es que son quiénes más la padecen y las que más tardan en pedir ayuda o denunciar, pero cabe destacar, que cualquier mujer puede ser una víctima, por el mero hecho de ser mujer, puede parecer increíble, siendo la realidad existente socialmente.
La Violencia de Género se encuentra sumergida en cualquier edad, en cualquier perfil, en cualquier mujer, con y sin estudios, con y sin trabajo, con y sin hijos/as, desde una ama de casa, hasta una jueza, cualquiera de nosotras, se los puedo asegurar, quién menos puedan imaginar. Al igual que el maltratador puede ser cualquier hombre, no están, ni son enfermos, son meros hijos legítimos del patriarcado, machistas y auténticos maltratadores, obviamente no todos lo son, por suerte, como no todas las mujeres son Víctimas de Violencia de Género.
Canarias ocupa la cuarta posición del territorio español en número de víctimas de Violencia de Género, esta situación “es bastante grave”. Estamos hablando de una violencia estructural, sin ser conscientes de que, en la mayoría de los casos, los niños y niñas son parte de esta problemática, sin tener en cuenta los efectos en mujeres y sus hijos/as que son devastadores.
Por todo ello, es necesario visibilizar y reivindicar la necesidad de seguir insistiendo en que los derechos de estas mujeres víctimas de la Violencia de Género se sigan trabajando y poder alcanzar su materialización en la realidad, de manera que, por fin, las mujeres se sientan seguras, protegidas y acompañadas en el proceso. Lograr de esta forma que la prevención sea eficaz y que cada vez sean más las mujeres que den el paso hacia la denuncia, una denuncia realmente segura.